«Afortunadamente solo fue un lapsus – muy corto. Me di cuenta de que si bien no todo lo que se ha hecho en la tradición educativa universitaria (del primer mundo) en los últimos siglos es vigente, y afortunadamente se han logrado avances significativos en muchos hábitos y métodos educativos, el proceso de evaluación “rígido” y temible de los exámenes ha funcionado muy bien.»
¿Cómo evaluar? ¿Cómo examinar? Estoy sentado en el escritorio al frente del salón de clase. Tengo frente a mí a un grupo de estudiantes realizando un examen de uno de mis cursos de licenciatura, uno de mis favoritos. Al verlos me pongo a pensar y recordar cuando yo estaba de ese lado. La verdad, lo recuerdo con gusto. Las sensaciones de expectativa, el proceso de cortejo previo cuando estaba tratando de pensar cómo sería el examen. Desde luego que tuve de exámenes a exámenes, y los hubo aburridos, torpes, regulares y excelentes. También una parte interesante del “feeling” era su relevancia. Había exámenes bastante intrascendentes mientras que había otros por los que había esperado – e invertido – desde años. Recuerdo particularmente mis exámenes generales, los que se hacen en el posgrado para obtener la candidatura al doctorado: esos los había estado soñando desde que iba la mitad de mi…
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