Una de las cosas más importantes dentro de la actividad científica es la crítica. Cuando exponemos nuestro trabajo, ya sea en conferencias o en publicaciones científicas, uno espera inmediatamente los comentarios y críticas de colegas. Es el pan de cada día. No podemos «abrir la boca» porque en ese momento empezaremos a recibir cuestionamientos, alternativas, etcétera. Así funciona. Claro que esas críticas deben estar sustentadas y no ser simples muestras de rencor o enojo. Si eso sucede, se ignoran.
Cuando escribo cosas sobre ciencia que no son trabajos científicos, me gusta recibir comentarios, aclaraciones, preguntas, quejas, etcétera. Sin embargo es poco común recibir críticas a ese tipo de escritos. Recibo algunas felicitaciones y algunas sugerencias de tema, pero casi siempre ahí se queda.
El domingo pasado (24 de junio) escribí sobre transgénicos y la noticia de que una persona con ideas anti-científicas fue postulada para posiblemente dirigir CONACYT. El artículo (reproducido al final de esta entrada) se titula ¡Ouch! y lo pueden ver en el enlace (incluyo también aquí una referencia que incluí en el artículo para que sea accedida con mayor facilidad: Argumentos anti-transgénicos)
Debido a que el tema necesariamente toca un tema político y es además atractivo desde el punto de vista pseudo-científico, imaginé que recibiría algunos comentarios (de todo tipo). No me equivoqué y he recibido algunos comentarios en las redes sociales (que pediré a quienes los hicieron los repitan en este espacio) y un mensaje por correo electrónico.
Con la finalidad de debatir estos temas y encontrar propuestas, así como para mejorar nuestras ideas, decidí compartir en este espacio el mensaje recibido, esperando que pueda generar (junto con el artículo) una buena serie de argumentos y discusiones interesantes. Les invito a que por favor participen en la sección de comentarios en esta entrada.
Aclaro que pedí a la persona queme envió el mensaje que me permitiera hacerlo público en este espacio, a lo que amablemente accedió. Aquí va (sin edición):
«Me refiero a su artículo escrito el día 24/junio2018 publicado en su ocurrente y cómica columna de “Ciencia nuestra de cada día”, donde, entre otras cosas, habla de su “preocupación” por un anuncio público que hiciera un candidato presidencial en el pasado debate, por la colega premiada internacionalmente y que Usted sin argumento ninguno habla de anti-ciencia. Habla de los transgéneros que son utilizados “a la ligera” y afirma con ligereza y falta de conocimiento que “no existe ningún ser vivo que no sea transgénico”, dicha aberración de la boca de un “científico”. Por si Usted no lo sabe, un transgénico es un ser vivo creado artificialmente con una técnica que permite insertar a una planta o a un animal genes de virus, bacterias, vegetales, animales e incluso de humanos. Es obvio, porque Usted no sabe, que es diferente un transgénico y un organismo que evoluciona genéticamente como respuesta a las condiciones externas de su medio ambiente, a través del tiempo. (lo invito a investigar un poco) Pero además de desconocer un mínimo el tema, se atreve a decir la selección ocurre como intento y error, “si se lo comía alguien y no se moría, ya se lo comían los demás” que estupidez. Le recomiendo que lea para suplir sus deficiencias, normalmente un matemático lo único que sabe es matemáticas y es harto ignorante en conocimientos generales, y mucho mas en filosofía, economía, estética, y otras ciencias sociales. Tampoco es cierto que gracias a los transgénicos que exista la posibilidad de brindar alimentos a 7 mil millones de humanos, por el contrario, gracias a la voracidad de las empresas transnacionales que intentan invadir con transgénicos y destruir la biodiversidad genética de alimentos nativos. Recomiendo que lea un poco sobre las transnacionales “El dominio del hambre. Crisis de hegemonía y alimentos” de Blanca Rubio, para que se ilustre un poco. Para finalizar, deseo recordarle que la colega investigadora es reconocida internacionalmente y no por sus cuates de la Universidad donde estudioen Texas, como Usted que cree que es el único investigador que hay en la Universidad de Colima. Seria muy bueno que dejara su vanidad y no firmar como Coordinador General de Investigación Científica, que sólo desprestigia a otros investigadores serios.
PD. Es mejor que siga investigando sus 6 sabores.»
Ojalá se animen a participar, recordando que nada de lo escrito aquí es sagrado y será analizado, corregido, debatido, contrapuesto, desmenuzado y disfrutado.
¡Espero sus comentarios!
Aquí va el artículo:
¡Ouch!
Hace poco que terminaron los debates de los candidatos a la presidencia de la república. El último fue dedicado a la educación y la ciencia. No me sorprendió que el tema de la ciencia no fuese tratado a fondo y solo se mencionaran cosas superficiales. Si mucho, se limitaron a decir que hay que mejorar el presupuesto, es decir, dijeron lo que tienen que decir. Lo que queda muy claro es que, al igual que en el pasado, la ciencia no se refleja como un eje impulsor para el desarrollo de sus proyectos de país. Es demasiado claro que no perciben a la ciencia como ingrediente esencial para la resolución de todos los problemas que nos aquejan y sobre los cuales la ciudadanía está exigiendo soluciones. Se sigue viendo a la ciencia como algo superficial, alejado y separado de lo demás.
Yo no esperaba otra cosa del debate y todo hubiera quedado ahí si no hubiera sido por algo que se mencionó y me dejó muy preocupado. Pareciera que no solo no interesa el tema, sino que se encuentra la manera de poner las cosas más complicadas. Me refiero a una propuesta que se realizó para la dirección del CONACYT (Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología). En concreto mi alarma fue que se sugirió a una premiada persona, conocida internacionalmente por su posición anti-científica con respeto a ciertos temas. Hay quienes piensan que esta propuesta es una cosa irrelevante, que no tiene mucha trascendencia, que hay problemas más graves. Yo no puedo compartir esa tibieza.
La cuestión es que, dada la poca cultura científica que tenemos, los temas son supuestamente controvertidos (no lo son) y se utilizan para manipular situaciones de vulnerabilidad social. Me refiero específicamente en este caso al tema de los “transgénicos”.
Al igual que otras palabras “científicas”, los “transgénicos” se han vuelto un concepto muy utilizado a la ligera por personas con diferentes tipos de intereses. Seguramente ustedes han escuchado esa palabra y puedo apostar (no mucho, no vaya a ser) que con una connotación medio negativa. No puedo ahondar (les invito a investigar un poco) pero sí les voy a comentar que no existe ningún ser vivo que no sea transgénico.
Quizá si durante nuestra educación básica hubiésemos aprendido que las especies van cambiando y modificando genes, de tal suerte que nada de lo que vive hoy puede ser idéntico a lo de hace miles de años, y que eso sucede naturalmente (prácticamente al azar). Si recordásemos que desde que se inventó la agricultura ese proceso de cambio se aceleró increíblemente y que ninguna cosa que se haya sembrado puede ser igual hoy a la de hace un siglo (o menos). Si apreciáramos que además ahora, desde hace varias décadas, en un laboratorio se pueden hacer modificaciones controladas para obtener propiedades deseadas y útiles para la agricultura y la producción de alimentos, y que por si fuese poco, los productos que se elaboran de esa manera, a diferencia de los que suceden al azar, se pueden verificar para que sean “seguros” (los de la naturaleza se fueron seleccionando a “intento y error”: si se lo comía alguien y se moría, ya no se lo comían los demás) y no solo eso, sino que gracias a que podemos hacerlo existe la posibilidad de brindar alimentación a siete mil millones de humanos (¡y aumentando!). Quizás, entonces, así no tendríamos miedo de algo tan útil.
Y luego no ayuda nada que siempre están los que se han aprovechado de la ignorancia para hacer negocio. Gracias a que varios países le han tenido “miedo” a la tecnología, otros, y en particular compañías privadas, han acaparado el mercado usando estrategias de guerra comercial y monopólica para hincharse de dinero. Irónicamente, mucho de su “éxito” radica en campañas anti-transgénicos que a veces logran detener la inversión pública.
En fin, regresando a la anti-ciencia. Sé que suena “buen rollo” hablar de “maíz prehispánico”, “puro”, “ancestral”, y cosas como esas, pero son solo eso, puro “buen rollo”. México está asociado al maíz, cultural y económicamente, y eso nos da una responsabilidad. México debería ser un país con una agricultura de vanguardia, líder internacional en desarrollo agro-tecnológico. Así que, por favor, ¡no la amuelen!
Concluyo con una fuente internacional en la que se habla más al respecto, por si les interesa conocer detalles y también por aquello de que quedara la duda si mis comentarios surgen por la envidia de no haber sido seleccionado para dirigir CONACYT: http://jmmulet.naukas.com/2014/05/27/argumentos-antitransgenicos-miente-que-algo-queda/
En términos generales, un transgénico es un organismo cuya información genética ha sido transformada bajo algún procedimiento como la adición de genes exógenos o edición genética (CRISPR-Cas), con el fin de lograr ciertas propiedades específicas. Es decir, estamos hablando de un organismo genéticamente modificado, como es el caso de una cruza, donde se combinan dos especies sexualmente compatibles, buscando que los rasgos deseados de sus padres prevalezcan. Cosa que hemos hecho mucho antes de siquiera saber lo que era un gen y que curiosamente parece una manipulación aceptable. Por otra parte, los transgénicos son los alimentos más estudiados en la historia de la humanidad.
https://www.nap.edu/catalog/23395/genetically-engineered-crops-experiences-and-prospects
Pero finalmente la ciencia es hecha por personas, es decir la opinión de los científicos no está libre de ideologías. Sin embargo, un científico que se precie de serlo debe estar dispuesto a dar su opinión y a recibir críticas sobre ella, con la mente abierta a modificar esa opinión como resultado del debate de ideas y hechos científicamente demostrados. Espero que este sea el caso de quien aparentemente será la futura encargada del CONACYT.
Quien realiza las criticas del articulo titulado Ouch del dia 24 de junio, es Saúl Martínez González.investigador de la Universidad de Colima. especialista en Economia Agricola por la Universidade Federal de Vicosa, Brasil. Abierto a cualquier aclaración.
Aquí incluyo una primera respuesta que brindé por correo electrónico a los comentarios recibidos:
«Gracias por tus comentarios. Desafortunadamente mi preocupación sigue, ya que como viene en la referencia en el artículo (entre otras que puedes encontrar fácilmente), es bien conocida la situación a nivel internacional, en donde tristemente se le ve como una broma. Y sí, no hay ningún ser vivo que no sea transgénico. Y no, no soy matemático, pero eso no importa. Y no son 6 sabores 🙂
El tema va más allá de preferencias personales. Tenemos mucho tiempo luchando contra esas posturas anticientíficas y ya conocíamos en detalle la situación de esa persona (y otras). Hay muchas personas en el país con una increíble posibilidad de ofrecer sus servicios de manera sensata y objetiva. Espero (aunque lastimosamente lo dudo) que persevere la cordura y que elijan a una de ellas al margen de las cuestiones politicoides y personales. El país lo necesita urgentemente.»