Impacto social

julio 12, 2016

Hay muchas razones por las que una persona decide dedicarse a la ciencia, a la investigación. Algunas lo deciden temprano en su camino de formación, otras lo deciden después ya en el ámbito laboral. Hay quienes llegan a la investigación de manera azarosa y hay quienes desde muy jóvenes tuvieron la oportunidad de conocer ese mundo y decidieron participar.

Curiosidad, entusiasmo, pasión por descubrir, casualidad, necesidad. Todas ellas posibles razones para acercarse a la ciencia. Sin embargo, una de las razones más importantes y trascendentes de por qué muchos se han dedicado a la ciencia, es la de querer ayudar a tener una mejor sociedad. Mejorar las condiciones en que vivimos. Mejorar la comida, la salud; reducir la pobreza, el dolor. Aumentar el confort, la cantidad de alimentos. Mejorar el medio ambiente, explorar el universo.

Aunque no seamos muy conscientes de ello y no lo pensemos demasiado, sabemos desde hace mucho tiempo que el conocimiento es no solo útil sino hermoso y necesario: el conocimiento científico, todo, tiene un gran impacto social; hay que seguirlo expandiendo.

¿Cómo se genera el conocimiento? Puedo responder esta pregunta con muchos matices y asegunes, pero es mi intención concentrarme en la parte esencial, aquella que es crucial para que el conocimiento generado sea útil y honesto: el conocimiento (en la actualidad y desde hace ya varios años) se genera con rigor, transparencia y reproducibilidad.

El rigor radica en la consistencia con los conocimientos previos. Las investigaciones e ideas nuevas no pueden contradecir conocimientos previos sin fundamento, ni sin una clara y contundente evidencia que muestre que son incorrectos. Se intenta extender lo que se conoce y, si se descubre que lo que se tenía por bueno resulta ser insuficiente o equivocado, es con evidencia contundente. No puedo simplemente rechazar todo el conocimiento previo “porque no me gusta”, tengo que evidenciar que no funciona. La transparencia se refiere a que si descubrimos algo nuevo, debemos mostrar y explicar absolutamente todo lo que hicimos para llegar a ello. Debemos compartir abiertamente todas nuestras técnicas, suposiciones y resultados. La reproducibilidad significa que otros expertos, de otros lugares, sin que nosotros estemos involucrados, deben obtener los mismos resultados. Dependiendo del tipo de investigación que se haga, la reproducibilidad puede tardarse de meses a décadas. Debemos pensar, a cada paso, que podemos estar equivocados.

¿Dónde se genera el conocimiento? Al igual que la pregunta anterior, iré al grano sabiendo que hay más matices: en las universidades.

Sé que probablemente se asocie a las universidades con la formación de profesionistas. Sí, las universidades hacen eso, pero no solo eso. Es ahí donde se dan las condiciones para que las personas formadas y entrenadas en la investigación puedan intentar contribuir a la generación de nuevo conocimiento. Para ponernos dramáticos: La Universidad es el refugio de la cultura. Es donde se cuida, se nutre y se reproduce.

 

Agradeceré tus comentarios/dudas/quejas/felicitaciones en la sección de comentarios de este blog.

 


¿Artículo o patente?

julio 11, 2016

 

Una típica: «¿pero hacen algo que sirva o solo artículos que se quedan en el anaquel y que nadie lee?» «A ver, ¿de qué ha servido lo que han hecho?, ¿qué problema social han resuelto?»

Otra muy popular a la hora de discutir sobre la ciencia en México o Colima es la siguiente: «¿Por qué, en lugar de anadar investigando cosas que a nadie le interesa, no se ponen a resolver problemas verdaderamente importantes, como el de las epidemias o el agua o la pobreza?»

A primera vista esas preguntas, hechas casi siempre dentro de conversaciones o situaciones en las que se discute sobre la importancia de la ciencia o el poco apoyo que ha tenido en nuestro país, parecen genuinas, contundentes e importantes; vaya, ¿cómo no se me había ocurrido pensar en eso?

En realidad están mal formuladas. Denotan claramente un desconocimiento básico de cómo funciona la investigación científica o una excusa barata para eludir responsabilidades.

Pongamos algo en claro antes de que surjan pasiones bajas. Sobre la frase de los articulos de anaquel, aquellos que solo se escriben para llenar libreros y que no sirven de nada, es pertinente aclarar algo de manera inmediata: si no se leen y solo sirven para llenar bibliotecas, entonces son de pésima calidad. No sirven, efectivamente. Lo mismo pasa con las patentes, que a veces algunos confunden con resultados que sí sirven. Patentes y artículos que no sirven, que son de mala calidad, terminan en un rincón, sin ningún impacto. Hay que trabajar para eliminar eso.

Lo que sirve, lo que tiene impacto, es lo que se hace con gran calidad y rigor. No importa el área, no importa la pregunta o problema que se quiera entender y/o resolver, si la investigación se hace con calidad, el artículo/patente producido generará un impacto en la comunidad científica y por ende en la sociedad. No se trata de si es artículo o no, se trata de si tiene calidad o no. Ah, y la calidad cuesta, y mucho. Se necesita personal sumamente calificado, una infraestructura sofisticada y MUCHO tiempo. Para poder tener impactos notorios, visibles, tangibles, trascendentes, es necesario invertir tiempo y dinero. No hay atajos. Lo demás serán charlatanerías (que abundan) o fluctuaciones y accidentes que permitirán regocijarnos por unos días, pero que no generarán un impacto sostenido ni sistémico.

Claro que ante la necesidad de resultados visibles, inmediatos, pareciera que la ciencia tenga problemas en ser atractiva. Así es, sí tiene ese problemita, en todo el mundo, aunque en algunos lugares más que en otros. Por lo general se requiere de mucho tiempo para poder dar resultados y nunca, NUNCA, se pueden garantizar. Sabemos que algo de beneficio saldrá, siempre sucede, pero no podemos estar seguros de qué ni cuándo. Dicho así pareciera que es imposible confiar, y lo inmensamente interesante es que es, en realidad, lo único verdaderamente confiable.

Definitivamente que no es una cuestión sencilla para las personas que toman decisiones, ya sean gobernantes, autoridades académicas, etc. Lo que sí es fácil, y que comparto con ellas, es lo siguiente: si alguien garantiza un resultado, es un fraude. O ya está hecho, o manipulará los resultados. Si alguien se acerca a ustedes y les habla de super proyectos relacionados específicamente con los problemas más famosos y mencionados en el momento (y su región), que beneficiarán a toda la población y en poco tiempo, que solo necesitan de su apoyo porque además, pobres ángeles, han estado castigados o bloqueados por las represora comunidad científica que busca solo publicar artículos que nadie lee, seguramente, con demasiada probabilidad, le estarán tomando el pelo. Son timadores y algunos de ellos son tan buenos y convincentes que se han logrado engañar a sí mismos.

 


Listos para el fraude

julio 8, 2016

 

¿Cómo motivar la autocrítica? ¿Cómo enseñarnos a contradecirnos?, ¿a cuestionarnos? La duda y la ignorancia nos carcomen. Bueno, la ignorancia en sí no, más bien el reconocimiento de la misma.

Desde que somos, nuestro cerebro interpreta la información que le llega. Muchas veces, la gran mayoría, dicha información es superficial, a veces fraudulenta y siempre incompleta. Y aún así tenemos que tomar decisiones y saciar la curiosidad. Para cuestiones prácticas y básicas de supervivencia el cerebro nos ha funcionado de maravilla: estamos vivos como especie a pesar de ser muy vulnerables físicamente. Por otro lado, una consecuencia importante de los mecanismos que como especie tenemos para sobrevivir, es que creemos un montón de tonterías.

Para sobrevivir tenemos que ponernos de acuerdo. En el sentido más básico esto significa seguir a los demás. Si están corriendo y gritando, seguro es por algo importante y, aunque en este instante no sepa por qué lo hacen, mejor me voy con ellos, ¡no vaya a ser! En el fondo, buscamos líderes. Es más fácil seguir que tomar decisiones. Es una cuestión de eficiencia, resultados y – sobre todo – de minimización de responsabilidad.

Y entonces ¿qué pasa cuando esos mecanismos automáticos y primitivos siguen funcionando aún cuando ya no sean tan necesarios? Vivimos en una sociedad y época en la que nuestras vidas, al menos para una gran cantidad de seres humanos, no están en un peligro latente de manera diaria. Es más, tenemos tiempo para estudiar, vacacionar, ir al cine, tomar una cerveza, discutir sobre política y meternos en los asuntos de los demás. Sin embargo, a pesar de haber logrado una vida tan falta de preocupaciones letales y llena de momentos de paz, los mecanismos de seguridad en nuestro cerebro siguen ahí. ¿Cómo se manifiestan? ¿Nos hacen bien? ¿Mal? Es interesante que gracias a ellos seguimos creyendo un montón de tonterías, pero ¿es eso malo?

Una respuesta común a muchas de las preguntas que nos hacemos es: “depende”. En este caso la respuesta depende demasiado de qué es lo que creemos, cuándo lo creemos y qué tanto dejamos que esas creencias afecten nuestras acciones. Por supuesto que también depende de qué tipo de acciones. Depende de quién nos quiere engañar y manipular y por qué. En otras palabras, en el fondo, seguimos viviendo en un lugar complicado y salvaje. Quizás los riesgos no son tan bruscos y violentos, pero siguen estando ahí y han evolucionado junto con la civilización.

Y entonces ¿qué hacer para no equivocarnos en lo importante, en lo que nos puede afectar y hacer daño? Afortunadamente, desde hace ya varios siglos, hemos desarrollado un mecanismo de autocrítica y decisión que ayuda enormemente a sobrepasar esos mecanismos primitivos. No lo hace de manera individual, es decir, no suprime esos mecanismos naturales en un ser humano en particular, lo que hace es asegurarse de que la información obtenida y analizada se desvincule de los prejuicios de quienes la emiten y estudian. No es fácil, pero ha funcionado muy bien. A veces logra decidir lo que es de lo que no en poco tiempo. A veces le toma décadas, otras incluso más tiempo. Lo interesante es que logra, de manera sistémica, auto-criticarse y corregirse. Puede equivocarse, de hecho lo hace frecuentemente (es precisamente la manera en que funciona), pero luego contrasta y corrige. Deshecha el error y el posible fraude. La equivocación puede durar poco tiempo o mucho años. Puede ser que algunos humanos cometan fraude, intenten utilizarla para lograr imponer alguna idea. Sin embargo, al final, gracias a su sistema de fondo, los fraudes y posibles errores salen a relucir. Eso es útil. Es un sistema a prueba de humanos hecho por humanos. Se llama ciencia y la pueden usar en todo. La ciencia es una manera de resolver incógnitas y problemáticas que nos da confianza en que la soluciones no son capricho de alguien.

 


Felicidades a Pavel y Óscar

abril 3, 2016

Aquí pueden encontrar información sobre la vigésima quinta edición del concurso de investigación para estudiantes del nivel medio superior: «MEF EDUCATIONAL INSTITUTIONS RESEARCH PROJECTS COMPETITION«, cuya fase final se celebrará del 10 al 13 de mayo en Estambul, Turquía.

El concurso tiene dos fases. La primera consiste en que grupos de máximo dos estudiantes y un supervisor envíen un reporte científico y un video promocional de sus proyectos. Estos materiales son evaluados por un comité para determinar si tienen la calidad necesaria para pasar a la segunda (y final) fase, en la que los estudiantes y supervisor presentan de manera presencial sus resultados ante los miembros del comité evaluador. Existen tres categorías: física, química y biología. Hay un premio por categoría.

Este año, por primera vez, México participa en este evento a través de un equipo de la Universidad de Colima conformado por los estudiantes Pavel Ignacio Amezcua Camarena del Bachillerato 18 y Óscar Alejandro Chávez Torres del Bachillerato 25 . Como supervisor funge el Dr. Juan Reyes Gómez.

El equipo de la U de C participó en la categoría de física y logró pasar a la segunda fase.  Su proyecto lleva por título: «Death by carbon monoxide: Search for sensor materials to reduce it»

Aquí pueden encontrar el reporte científico que prepararon: MEF2016-Amezcua-Chavez-Reyes-COLIMA

Aquí pueden ver el video promocional de su proyecto: Death by carbon monoxide: Searching for sensor materials to reduce it

Les invito a que feliciten a estos estudiantes en la sección de comentarios del video (y aquí).

pavel-oscar-2016

 

 

 

 

 


Conmigo mismo

febrero 22, 2016

 

thinky.w529.h352Hablando conmigo mismo …

«… entonces ¿cómo describir el problema? Es un problema bonito. Sí, es más bonito que interesante… creo.»

«¿Cómo lo describo?, ¿cómo lo describo? A ver: ¿qué es lo que se necesita saber? Solo dos cosas básicas pero que pudieron haber olvidado: la circunferencia de un círculo es “Pi” por el diámetro. La otra que debe ser obvia es que el ecuador de la Tierra es un círculo (casi, suponiendo que la Tierra es una esfera y que no hay montes, valles, etc.). »

«Ahí va: imaginemos que queremos “ponerle un cinturón” al planeta justo en medio de la pansa, es decir, justo en el ecuador. Suponemos no hay montañas ni valles; no es verdad, pero lo suponemos. Queremos que el cinturón esté a ras del suelo y que sus extremos apenas se toquen entre sí.»

«… uf, ¿estará claro? A lo mejor eso de que los extremos apenas se toquen es medio confuso. Lo que quiero decir es que el cinturón apenas alcanza a cubrir el ecuador sin que le sobre nada. A lo mejor es lo que debo decir, en lugar de lo otro. No sé, ya veré cuando lo explique.»

«Ahora tengo que ver cómo explico el resto. La pregunta final tendría que ir más o menos así: Si quiero extender el cinturón para que en lugar de posar a ras de la superficie, este se eleve un metro de altura en todo el ecuador, ¿cuánto cinturón nuevo debo agregar?»

«Híjole, a ver cómo lo explico. A mí me parece que está claro pero no estoy seguro. Luego pasa que intento explicar de otra manera y solo logro confundir más el asunto. ¿Cómo hago para asegurarme? Ni modo, no creo poder decir más. ¿Qué es lo más confuso? Eso de que “se eleve un metro en todo el ecuador” puede resultar poco claro. Lo que quiero decir es: el cinturón inicial está “pegado” a la pansa. Ahora quiero agregar más cinturón para que no toque la pansa en ningún lado y que además esté separado en todos lados (por enfrente y por atrás y los costados) un metro.»

«Ya sé qué es lo primero que me van a preguntar, ¿cuánto vale el radio de la Tierra? ¡Ja!»

«Es una pena que no hayan aprendido nada de mate. Solo memorizan procedimientos, pero no entienden nada. Es sintomático que cuando ven un problemita, lo primero que quieren hacer es meter números a una calculadora. Ven una fórmula y no saben qué es, solo quieren meter los números. Por eso van a querer el radio de la Tierra.»

«… deja ver cómo les explico la solución. Ojalá alguno de ellos lo resuelva y lo pongo a que lo explique a los demás. Estaría chido. Si no, se los voy a explicar así: primero que se den cuenta que la longitud del cinturón original (L) es precisamente la longitud del ecuador que es «\pi» por dos veces el radio de la Tierra (R), es decir L=2\pi R

«Hasta aquí no voy a tener problemas. Luego tendré que hacer lo mismo para el cinturón extendido. El nuevo cinturón también forma un círculo, solo que uno más grande. El nuevo tiene un radio mayor y sabemos qué tan mayor es. El radio del nuevo círculo es el radio de la Tierra más un metro y entonces lo podemos escribir como (R+1\rm{m})

«Creo que es bastante claro. Si no, tendré que hacer algún dibujito en el pizarrón para que visualmente ayude a comprenderse. Espero no sea necesario. Ya veremos.»

«Y luego le sigo: A la longitud del nuevo cinturón le voy a llamar “T” y por lo tanto su circunferencia es T=2\pi(R+1{\rm{m}}) = 2\pi R + 2\pi(1\rm{m})

«… ahora les recordaré qué es lo que estamos buscando, Les diré algo como “recuerden lo que nos preguntaron. ¿Cuánto cinturón nuevo debo agregar?” En otras palabras, quiero encontrar la diferencia entre las longitudes de los dos cinturones: T-L».

«Ya está: T-L = 2\pi R+2\pi(1{\rm{m}})-2\pi R=2\pi(1{\rm{m}})=6.28{\rm{m}}. «¡Caput!»

 

 


Un rayito de esperanza

enero 17, 2016

Se puede decir que estoy un poco gris. Por un lado la época parece exigir que solo hablemos de cosas dulces y alegres. Ver hacia delante con optimismo y hacer planes para un nuevo ciclo. Todo son deseos maravillosos y sonrisas pasajeras. En otras palabras, es una época llena de frases de libro barato de superación personal y de una gran diabetes emocional. Por otro lado la realidad a la que nos enfrentamos es dura y fría. Pareciera que lo mejor es tratar de olvidarla o ver para otro lado. Si no lo hacemos y la tratamos de enfrentar, el optimismo y los buenos deseos se tornan un poco más austeros. Esto me hace recordar algo que me sucedió hace apenas unas semanas, a inicios de diciembre.

Por ahí de cada dos o tres meses sufro una pequeña crisis existencial. De repente todo me parece inútil y me pregunto – o más bien me reprocho – si ha valido la pena el hacer este o aquel esfuerzo. En esos momentos podría parecer que todo se derrumba, o peor aún, que en realidad no se ha logrado construir nada que pueda derrumbarse.

Permanezco en ese estado un par de días, quizá una semana. Luego poco a poco voy saliendo y vuelvo a la normalidad. No pasa nada, todo va bien: a seguirle.

Pueden ser varios los factores que de repente me ayudan a salir de uno de esos baches, pero afortunadamente siempre salgo y creo que, irónicamente, esos episodios resultan ser útiles. No lo sé.

Lo que sí sé es que en esos días de diciembre andaba como queriendo caer en ese estado de desánimo y sucedió algo que lo impidió. Tuve la oportunidad de participar dando una charla sobre “el Higgs, los neutrinos y otras rarezas” a los participantes del “Taller de Ciencia para Jóvenes 2015”, evento que organiza la Facultad de Ciencias de la Universidad de Colima, como parte de las actividades del Instituto Heisenberg para estudiantes de nivel medio superior.

Esta es la segunda vez que lo organiza y consiste en seleccionar a una veintena de estudiantes de todo el país que se encuentren cursando el quinto semestre de bachillerato. Los reclutan y los “encierran” durante una semana en la que los exprimen al máximo, trabajando de las nueve de la mañana a las once o doce de la noche. Les imparten varios cursos e invitan a científicos locales a que platiquen con los estudiantes sobre sus investigaciones, vidas, etcétera.

segundo-taller

Esta vez tuve la oportunidad de hacerlo justo antes de que clausuraran el taller y la pasé de maravilla. Lo disfruté porque vi la chispa en los ojos de los estudiantes. Estuve platicando con un grupo de mocosos que además de emocionarse con temas científicos y tener una curiosidad genuina, les gusta trabajar y esforzarse. Ver esa sed de aventura, de conocimiento, en ojos de esa edad, es algo que permite, ante cualquier circunstancia, recuperar esperanza.

Me dijeron que quieren estudiar algo de ciencia. Que les interesa la energía renovable, la biotecnología, la química. Otros matemáticas y física. Hay quienes dicen estar orientados hacia lo computacional. Todos con inquietudes y dudas, pero con mucho entusiasmo. Dicen querer mejorar al país. Manifiestan su interés en que las cosas cambien. Aún no saben bien a bien qué es lo que quieren (aún cuando dicen saberlo), pero están en esa búsqueda y tienen ganas, muchas ganas. Por alguna razón creen que con esfuerzo y dedicación se puede mejorar, y les doy la razón. Quiero darles la razón. Me entusiasmo.

 


El cristal a través del cual se mira

enero 12, 2016

Para poder hacer ciencia es necesario, entre otras cosas, adquirir la habilidad de cambiar de parecer. Entrenar el cerebro para que pueda ir en contra de sus prejuicios y primeras impresiones. Es difícil. Además de tener que aprender una cantidad cada vez más grande de conocimientos, técnicas y herramientas, se tiene que modificar la forma de pensar.

El entrenamiento empieza, casi siempre (si se tiene la suerte de poder ingresar a una buena universidad), desde la formación a nivel de licenciatura o pregrado, sin embargo, la formación robusta, específica y dirigida para adquirir esa indispensable habilidad que nos permita cambiar la forma de pensar (otra vez, siempre y cuando se tenga la oportunidad de hacerlo en un buen lugar), se obtiene en lo que llamamos el proceso de doctorado.

Quizá para muchos la palabra doctorado esté asociada de manera muy importante a un título casi nobiliario que denota mucha preparación o que es requerido para un puesto. No es poco común escuchar frases como “ese tipo tiene dos maestrías, ¡es un genio!” o “a ella le gustaría tener dos doctorados”. Cuando se piensa así es como si se considerara al doctorado como “la meta”, el lugar al que se quiere llegar.

Cosa muy diferente para las personas que nos dedicamos a la ciencia. Para nosotros representa el inicio. Obtener el doctorado es haber demostrado que hemos aprendido a hacer investigación. El doctorado es simplemente la fase de formación en que nos preparamos para aprender a investigar (la maestría es solo una fase intermedia). Por ende, si alguien desea obtener un segundo doctorado, seguramente el primero no lo hizo muy bien (existen situaciones en las que personas que estudiaron en varios países por azares del destino, y para poder convalidar sistemas distintos, terminaron obteniendo dos doctorados, pero es claramente distinto al caso que estamos discutiendo).

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Imagen de Matt Might (http://matt.might.net)

 

 

Evidentemente el concepto y su significado práctico son cosas que han evolucionado con el tiempo. La actividad científica no es igual hoy a lo que era hace dos siglos, es más, ni siquiera a hace 50 años. Los procesos de preparación y formación de los científicos han cambiado. Las expectativas, las demandas, la realidad laboral y familiar, la ciencia misma, han cambiado. Hubo épocas, por ejemplo, en que el grado ni siquiera existía. Las personas que se dedicaban a la ciencia estudiaban, experimentaban, trabajaban, teorizaban, discutían por años, muchas veces sin lograr nada o casi nada, que no es lo mismo pero es igual. De repente, a veces, se lograba alguna cosita interesante. Lo más común en esas épocas es que luego de pasar “una vida entera” trabajando, los “sabios” escribían sus descubrimientos y teorías en grandes libros para la posteridad.

Conforme más personas se involucraron en la actividad del estudio sistemático de la naturaleza, se avanzó de manera más eficiente y surgieron nuevos mecanismos de organización. Ahora ya existían trabajos (puestos) formales para científicos, lugares donde estudiantes podían ir a entrenar y convertirse en exploradores de la naturaleza. Todo ello, aunado al éxito estrepitoso que el conocimiento científico obtuvo en sus aplicaciones durante el último siglo, ha hecho que tengamos métodos y denominaciones muy particulares para la formación y acreditación de nuestros científicos. Hoy, un doctorado es simplemente la forma de acreditar que se cuenta con el entrenamiento para llevar a cabo investigación. Entrenamiento certificado por una institución de educación superior.

¿Alguien puede hacer ciencia sin doctorado? ¿Hay personas inteligentes sin doctorado? ¿Hay patanes con doctorado? La respuesta a todas es “sí, por supuesto”, pero, con respecto a la primera pregunta, en promedio, o por lo general, no.

 


Una carta

enero 11, 2016

 

eriquiux1Encontré una carta que escribí a mis hermanas hace cuatro años y en la que respondía una pregunta que ellas me hacían: ¿qué haces? Comparto con ustedes mi respuesta.

“… se preguntan qué hago, es decir, cómo es mi día a día. Por lo general uno esta acostumbrado a ver a las personas que laboran ir a un lugar determinado, con un horario fijo y con labores bien definidas. Por lo general uno también ve que la mayoría de estas personas no iría a trabajar si no lo necesitara. Describir mi trabajo en ese sentido es un poco complicado. Tengo por supuesto actividades «normales» que se pueden entender, como dar clases a ciertas horas, dar asesorías, hacer trabajo administrativo, etc. Sin embargo ninguna de estas actividades representan en realidad mi trabajo, son simplemente algunas responsabilidades que tengo debido a mi trabajo.

curru1Mi trabajo es investigar. Investigar acerca de cómo funciona la naturaleza. Tratar de entenderla y de encontrar sus secretos. Este trabajo es muy intenso y muy personal. Es muy apasionado y requiere de mucha concentración. En mi caso, el tipo de problemas que trato de resolver (o encontrar ya que a veces es mas difícil formular un problema que resolverlo) son de carácter matemático. Resulta que la naturaleza nos habla en matemáticas, no sé por qué, ¡pero así es!. Al ser así, entonces, mi trabajo lo puedo realizar prácticamente en cualquier lugar. Lo único que necesito es poder pensar sin distracciones y tener acceso a una computadora cuando se me ocurre la solución (muchos de los cálculos involucrados en la solución de los problemas requieren la utilización de computadoras). 
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Para ser un poco más concreto (pero me temo que solo un poco más) les contaré lo siguiente: soy físico, lo que significa que mi trabajo es sobre el área de la ciencia llamada física. Prácticamente todo mi trabajo hasta hoy ha sido dentro de la física de partículas, una de las muchas divisiones o sub-áreas de la física, que es la que trata de entender de qué estamos hechos. De qué estamos hechos nosotros, el agua, el sol, el universo entero.

Hemos descubierto, a través de muchos años de experimentación e investigación, que existen unas «partículas» fundamentales que se combinan en diferentes maneras para formar todo lo que podemos ver y tocar. Estudiar sus propiedades y la forma en que interaccionan para combinarse es lo que se puede decir que estudiamos. Existen muchos misterios y dudas sobre estas partículas y sus propiedades. Mi trabajo es tratar de encontrar pistas que nos puedan acercar más a conocerlas mejor. 

Sé que puede sonar efímero e inútil, sin embargo, les puedo comentar que toda la tecnología que ustedes han utilizado (directa e indirectamente) y la que sus hijos van a utilizar, se ha podido crear (y se creará) gracias al entendimiento sobre estos aspectos de la naturaleza. El hecho de que ustedes estén leyendo esta carta en el monitor de la computadora y que esta carta haya llegado hasta ese monitor, ha requerido del entendimiento de una vasta cantidad de fenómenos naturales para ser posible. Es en realidad majestuoso lo que hemos logrado y aún más majestuoso que ha sido siempre generado por la curiosidad de algunas cuantas personas. 

No me equivoco ni exagero en decir que gracias al estudio científico de la naturaleza (en el sentido que les describo arriba) es que vivimos. La derrama tecnológica de los estudios de la física fundamental en las áreas de medicina, producción de alimentos, transportación, comunicaciones, etc. es inmensa. Áreas completas de investigación científica han sido creadas a partir del entendimiento de los aspectos mas básicos y fundamentales de la naturaleza. Como pueden ver, es un mundo apasionante y muy cercano a todos nosotros, aunque a veces no lo percibamos.

Así que eso es lo que hago.”

 

 


Recordando el granizo en Colima

abril 21, 2015

Hace unos (muchos) días platicaba con Aurelio Figueroa, un escritor mexicano próximamente famoso, sobre las granizadas que han estado cayendo en Colima y sus alrededores. Además de agradecer la temperatura que dejan después de caer, nuestro escritor, con un poder de observación que envidiaría cualquier halcón, mencionaba que el granizo no era como la aguanieve y mucho menos como la nieve. Comentaba estas verdades mientras fumaba. Yo no estaba seguro de qué era lo que en realidad quería decir (reconozco que casi siempre me pasa eso cuando hablo con él) pero decidí importunarlo con una pregunta: “¿cuáles son los estados de la materia? ¿recuerdas?” a lo que respondió con enjundia y malhumor “Pos sí, ¿cómo no?, son el líquido, gaseoso y sólido, ¿o no? ¿a ver?” “Sí, sí, tranquilo. No son todos pero sí son los que esperaba que supieras. Deja te pregunto algo más” “¡Chin! ¿por qué tienes siempre que seguir preguntando? Ninguna respuesta es suficiente para que te calles.” “Bien, gracias, entonces, la nieve ¿qué estado del agua representa?” “Pos el sólido, menso. ¿Pos no que muy científico?” “Muy bien, sólido. Correcto. ¿Y el hielo?” “Pos también … ah caray, pos creo que también ¿no?” “Sí, también, efectivamente, y entonces ¿por qué son diferentes?”

No recuerdo, y créanme estimados lectores, no quiero recordar qué dijo Aurelio Figueroa al respecto. Lo que sí recuerdo es que le pedí que investigara y luego me explicara. Le advertí que era algo interesante y que seguramente se divertiría haciéndolo. Me miró e hizo una cara de consternación paternalista llena de incredulidad. “No pueden simplemente disfrutar la lluvia, tienen que complicar todo,” susurró mientras olvidaba lo que acababa de suceder y terminaba su cigarro, mordido.

Otra cosa que sí recuerdo, o más bien que esa pequeña interacción con Aurelio Figueroa me hizo recordar, es que hace tiempo publiqué una sección que llamé “Trompo a la uña.” La idea consistía en publicar un pequeño problema para que los lectores y participantes del blog propusieran respuestas y se armara la discusión.

Es así como se me ocurrió retomar el trompo en este espacio y de vez en cuando publicar algunos problemitas. La idea es motivar la creatividad e imaginación de algunos de ustedes para que investiguen y participen mandando soluciones, ya sea a mi correo o a través de los comentarios. Lo mejor sería que al compartir las ideas, opiniones y puntos de vista, se generaran discusiones entre los interesados y así se enriqueciera un espacio de intercambio cultural que tenemos muy olvidado y segregado. ¿Cómo ven?

trompoalaunaPara empezar la sesión del “Trompo a la uña” propondremos varios “trompos:” el primero ya está aquí, bueno, arribita, unos cuantos renglones. Se encuentra en la conversación que tuve con Aurelio Figueroa y se trata de explicar por qué la nieve y el hielo, siendo ambos agua en estado sólido, son distintos.

Van los otros “trompos” (Traten primero de contestar sin investigar y luego investiguen las siguientes preguntas. Les recomiendo que para honrar la honestidad, escriban en un papel la respuesta inmediata que les dé su cerebro. Luego, ya con calma, averigüen las respuestas y contrástenlas con las suyas. Por último compartan con nosotros su experiencia):

¿Qué punto geográfico (piensen el nombre del Estado) de Gringolandia (es decir Estados Unidos de Norteamérica) se encuentra más cercano a África?

¿Si están en el océano pacífico y cruzan al Atlántico por el canal de Panamá, ¿en qué dirección cruzarían (norte-sur, noreste – noroeste, etcétera)?

Si tomamos una hoja de papel o un pedazo de cartulina y cortamos una tiras muy delgadas, estas tienden a enrollarse, ¿por qué?

Todo mundo sabe (¿?) que si tomas una concha de mar y la acercas al oído puedes escuchar sonidos que asemejan el ir y venir de las olas en el mar. Explica esos sonidos.

He escuchado por ahí que se dice que poner llantas altas a los coches permite que aumente su velocidad. ¿Es esto verdadero? ¿para cualquier tipo de coche? ¿en cualquier tipo de condiciones?

Bueno, por ahora estos “trompos” son suficientes. Espero que alguno de ellos (si no todos) logre captar su interés un ratito y nos compartan sus experiencias. Desde luego que también se aceptan preguntas y sugerencias de temas a discutir en este espacio.

twitter: @alfredoaranda

facebook: Fefo Aranda


Tú pregúntame …

septiembre 16, 2014

preguntame1Desde hace unos meses y de manera (muy) irregular, hemos estado participando en una actividad denominada “pregúntale al científico.” Se trata de poner una mesa y unas sillas en algún jardín de alguna comunidad, preparar una cafetera y unos letreros que dicen cosas como “pregúntale al científico y tómate un café.” Esperamos sentados y de repente cae la presa (casi siempre una niña): “¿Por qué le sigue creciendo el cabello a los muertos?” “¿Por qué el agua del mar a veces se ve azul?” “¿Qué es la diabetes?” y no puede faltar, nunca, “¿Cuánto cuesta el café?”

Hasta el momento solo lo hemos realizado en el jardín principal de Comala. ¿Quiénes somos? Un grupo de esclavos, perdón, de estudiantes de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Colima , Guille, su servilleta, café de Comala (Flor de Suchitlán) y las personas que caminan por el jardín. Tenemos la esperanza de que poco a poco logremos reproducirlo en otras comunidades del estado (¡Inviten!).preguntame2

Al inicio decidimos juntarnos a las 20:00 horas en el jardín. Llegamos unos minutos antes para prepararnos. Colocamos la mesa, preparamos el café y esperamos. Nadie se acercó, había muy poca gente. La segunda vez nos visitó un amigo, Don Gil, quien no contento con bombardearnos con toda clase de preguntas, además nos regañó. Nos dijo – sutilmente – “la están regando” “¿qué no ven que a esta hora no hay gente? ¿pos no que muy listos?” (no es cierto, no nos dijo eso, pero así lo sentimos). “Mejor vengan a las 18:00 horas, les garantizo que les irá mejor.”

Y sí, nos fue mejor. La siguiente reunión fue a la hora sugerida y nos llenamos de gente. Preguntas de todo tipo, especialmente las hechas por las niñas y niños, que fueron y siguen siendo los más interesados. A veces pasan adultos y adolescentes y se quedan mirando los carteles, alejándose. Sin embargo, cuando alguna niña nos ve y lee los cartelillos que ponemos, se acerca (jalando a su papá, quien intentaba alejarse) y empieza a disparar con preguntas. Eso hace que los padres de familia se acerquen y como consecuencia otros adultos. Es bonito.

Los esclavos que me han podido acompañar en esta aventura (científicos en formación sin vida social que por ende tienen tiempo libre los domingos en la tarde) son los que en verdad la han hecho posible. Consiguen la mesa, las sillas, preparan el café, colocan los carteles, etcétera. Ellos son Jorge «el Fantasía» Torres y Julio, participando desde la generación de la idea, y más recientemente Paulina y Brenda.

preguntame3Y como todo en la vida, la suerte a veces ayuda. Resulta que «el Fantasía», oriundo precisamente de Comala, pues conoce a casi todas las personas de la comunidad. Gracias a ello consiguió que nos dieran la oportunidad de dar una pequeña conferencia pública en el jardín, dentro de las actividades culturales que organiza el municipio cada domingo por la tarde.

¿De qué hablaría? Un poco sobre la física de partículas, es decir, sobre las ideas y descubrimientos que hemos realizado en los últimos años al intentar contestar la pregunta: ¿de qué estamos hechos? Cómo, intentando responder esa pregunta, se ha generado prácticamente toda la base tecnológica sobre la que se sustenta la sociedad actual. Sí, el hecho de que algunos “locos” a través de la historia de la humanidad se hayan preguntado ese tipo de preguntas, y más importante, que hayan encontrado una manera eficiente y confiable de buscar soluciones a esas preguntas, ha generado una derrama económica, social y política que modifica y afecta la conducta y la vida de todas las personas. Es por eso importante, creo, que un gran número de personas, aunque no se dediquen a la ciencia, tengan acceso a información y conocimientos científicos, spreguntame4obre todo ¡los que se logran durante sus vidas! Por otra parte, algo que puede ser también muy útil para las personas, es el conocer el “pensamiento crítico y científico.” No necesariamente conocer y saber los detalles de este o aquel conocimiento, sino más bien familiarizarse y eventualmente apropiarse de los métodos que se utilizan para llegar a esos conocimientos. Esos métodos, esa forma de analizar y trabajar las diferentes problemáticas, puede ser de tremenda utilidad en ámbitos no científicos, ámbitos cotidianos y comunes en los que nos desenvolvemos diariamente.

Pues sí, que de todo eso iba a hablar pero no se pudo: se nos atravesó el concurso de reina de kinder de Comala (o alguna cosa similar) y nos cancelaron la conferencia para que las niñas pudieran lucir sus vestidos y sus madres pelear por quien sería la niña consumada en reina (si, en serio, hubo pelea). Así las cosas. ¡Gracias Jorge!

Nos vemos un domingo en algún jardín.