Charlatanes

mayo 6, 2014

Charlatanes. Existen de todo tipo, hasta los hay serios. Existen aquellos que en su afán por timar de manera prácticamente profesional, terminan convencidos de sus propias mañas y engaños. Desde luego existen los nefastos. Aquellos que sin escrúpulo alguno se aprovechan de ignorancia y desesperación para lucrar descaradamente con la ingenuidad y/o sufrimiento de los demás.

Hábiles para hablar y envolver, utilizan el lenguaje adecuado para cada situación. Dependiendo con quien hablen, podrían parecer eruditos. Si la persona que los escucha ignora temas científicos, el charlatán utilizará vocablos sofisticados entonados con maestría y provocación; si quien lo escucha está desesperado, sabrá cómo sonar reconfortante y lúcido. Si en cambio quien lo escucha lo descubre, se tornará de manera inmediata en víctima ofendida y a veces agresiva.

este-producto-no-es-medicina¿Cómo determinar si nos encontramos ante la presencia de una de estas magníficas expresiones de humanidad? A continuación presento algunas frases comunes que nos pueden ayudar para al menos sospechar de que nos están “cuenteando.” No todas son del mismo nivel: hay unas descaradas. Lo que sí es seguro es que nuestro amigo charlatán las utiliza, casi todas, en algún momento. Nota: algunas frases se contradicen, sin embargo no es problema para ellos, lo que importa es convencer, faltaba más:

“Hay un complot de un grupo muy poderoso que no quiere que sepamos la verdad.” “Lo que te ofrezco es una solución “natural,” sin efectos secundarios.” “Los científicos no están de acuerdo (luego siguen hablando para, cuando estés cansado de oír, finalizar con) y está probado científicamente;” “Einstein decía que (puedes poner lo que quieras para completar el enunciado).” “Los científicos o agrupaciones de científicos no quieren que lo sepas, no quieren que participes; no lo he publicado porque la comunidad científica no acepta alternativas, se creen dueños de la verdad.” “Es que este descubrimiento cambiaría la economía del mundo y los grandes poderes no quieren, por eso no me hacen caso.”

Ante la solicitud de evidencia o fundamento de alguna de sus aseveraciones pueden decir “lo que pasa es que hay varios tipos de verdades y todas son válidas, no importa que no pueda dar evidencia de lo que digo.” “Si la ciencia se equivoca y ha tenido que cambiar, ¿cómo puedes saber que mi idea no será verdadera en algún momento?”

bs1Algunos de los charlatanes que se encuentran dentro de las universidades (también los hay) se les escucha a veces decir cosas como “no he avanzado en mi carrera científica porque la comunidad y los sistemas de evaluación son muy rígidos y solo premian a algunas maneras de hacer ciencia.” “No, de verdad que si es bueno, hasta estuvo nominado para el premio Nobel.” “Lo que pasa es que a él no le interesan problemas abstractos, solo se dedica a problemas reales y que de verdad sirvan a la sociedad. Por eso lo castigan.”

Otra muy buena y común es la de casi cualquier frase que utilice la palabra “NASA” (estudió ahí, trabajó ahí, estudios realizados ahí, etc. Si utilizan esa palabra, tienen una probabilidad muy grande de que es puro cuento).

Otras típicas son “ya lo sabían los chinos desde hace 5000 años.” “Antes la gente vivía en armonía con la naturaleza.” “Todo es energía.”

Cuando describen sus productos utilizarán mucha frases “sonadoras” y seguro incluirán algunas de las siguientes palabras (para dar fuerza o como ejemplo negativos): cuántico, estadístico, holístico, sanación, espiritual, alternativo, natural, orgánico, Hitler, Einstein, transgénico, cura (curación), energía, químico, vibraciones, cósmico, magnético, cristal, sensorial, relatividad especial, entropía, consciencia, genético, taquiónico, sabiduría ancestral, pirámides, etc.

Una precisión antes de que reclamen: existen personas que utilizan frases y palabras como esas y que no necesariamente son charlatanes. Existen personas que creen muchas cosas sin saber que son equivocadas y eso no las hace charlatanes. Por supuesto que no. La diferencia, y es una diferencia muy grande, consiste en que el charlatán trata de obtener algún beneficio engañando. El charlatán sabe que miente.

De todos el que más daño hace, a mi ver, es el académico. Ese charlatán que aprovecha el escaso nivel cultural científico de nuestro país y nuestras instituciones para fincarse como el gran científico, el gran investigador. ¿Cuánto daño hace al engañar estudiantes que pudieron haberlo superado (lo deseable para cualquier mentor) y por su actitud más bien logró que lo adulen y teman? ¿Cuánto daño no ha hecho al obtener y utilizar recursos económicos en tonterías y por ende generar una impresión de inutilidad de la ciencia tanto en los tomadores de decisiones como en la sociedad?

Afortunadamente, creo, cada vez le es más difícil sobrevivir en ese ambiente. Poco a poco el número de científicos mexicanos (y extranjeros) trabajando en instituciones mexicanas ha ido creciendo. Somos muy pocos aún, pero vamos avanzando. La esperanza es que la sociedad pueda llegar a confiar en sus científicos y que éstos logren retribuir esa confianza y apoyo. Que los científicos de México logren contribuir al conocimiento universal, que logren contribuir a problemas locales y aplicados, que logren participar en la educación general de la población. Que logremos apropiarnos de la ciencia como algo de nuestra cultura.


¿Vocación? ¿En serio?

febrero 11, 2014

Me encuentro en el auditorio de un bachillerato de Colima. Ante mí tengo 60 estudiantes esperando que inicie la charla. La mayoría ni idea tiene de qué tratará ni de por qué está ahí. Los veo y les digo: “por favor levante la mano quien quiera estudiar una carrera universitaria.” La mayoría levanta la mano. Les vuelvo a decir “por favor levante la mano quien sepa qué va a estudiar.” Casi todos vuelven a levantar. Luego, después de observarlos unos segundos, los reto: “les apuesto lo que quieran a que sé mejor que ustedes por qué quieren estudiar eso que piensan querer estudiar.” Resultado: silencio, a veces expresiones de “sí, cómo no.” Miradas de incredulidad y algunas de indiferencia.

136Continúo: “por favor levante la mano quien conozca (en persona) a alguien que quiera dedicarse o que ya se dedique a la medicina.” Todos levantan la mano. Todos conocen al menos a un médico. Continúo: “lo mismo pero para abogado.” Todos levantan la mano. “¿A alguien que quiera estudiar o se dedique a la psicología?” Todos. “¿Pedagogía?” Todos. “¿Arquitectura?” Casi todos. “¿Ingeniería Civil?” Todos. ¿Astronomía? Ni una sola manita levantada. Luego sigo con “¿Matemáticas?” y de pronto quieren levantar la mano pero los interrumpo y les aclaro: “y no me refiero a maestro de matemáticas, sino a un matemático o una matemática.” Ninguna mano (eso si, un poco de confusión ya que si no me refiero a un maestro de matemáticas, entonces ¿a qué?). Desde luego que en cada una de las preguntas les pedí que se fijaran cuántas personas habían levantado la mano. Después del contraste tan evidente concluyo: “¡precisamente por eso es que ustedes quieren estudiar lo que dicen querer estudiar!” Caras atentas y pensativas (bueno, algunas, otras simplemente me ven como diciendo ¿y este tipo de qué habla?).

2418deabe4009eb47214305df39b2967Pocos conocemos científicos. Es muy probable que no tengamos familiares que se dediquen a la ciencia. Difícilmente alguna de nuestras vecinas se dedica a la astronomía. Podría casi apostar que no nos hemos topado en el súper con un cosmólogo y que si lo hicimos, ni lo sospechamos. No es para nada sorprendente que cuando andemos de compras veamos a algún conocido que es médico. Tampoco nos sorprenderá conocer a alguna persona nueva en el jardín del pueblo y que al empezar a platicar nos enteremos que es psicóloga. Ninguna sorpresa. Sin embargo, si por accidente un día conocemos una chica en una tienda de helados y nos dice que se dedica a la física nuclear, probablemente pensaremos que está loca y que no es cierto. O si le creemos, será una experiencia muy extraña que no pasa frecuentemente. ¿Qué es un científico? ¿A qué se dedica?

Tratando de responder aunque sea de manera superficial estas preguntas, a veces hago el siguiente ejercicio: pregunto “¿cuál es la circunferencia de un círculo?” Casi nadie sabe. A pesar de ser un conocimiento que se adquiere en primaria y que estoy hablando con chicos de prepa, casi nunca nadie lo sabe (si les pido que me den el nombre de tres escritores mexicanos vivos o muertos, o si lo extiendo a latinoamericanos, tampoco lo saben). Bien, como nadie responde a esa pregunta hago otra: “¿cuál es el área de un círculo?” Y de pronto, un número significativo de estudiantes dicen, al unísono: “pi por radio al cuadrado.” Es interesante que esa fórmula si la recuerden. En realidad no la entienden, ni saben muy bien qué significa, pero por alguna razón “suena bien.” Más allá de comprender y de asimilar el significado de dicha expresión, el “sonidito” se nos ha quedado grabado a la mayoría. Es interesante.

Sigo y pregunto que desde cuándo sabemos eso, es decir, desde cuándo los seres humanos sabemos eso. La mayoría no contesta pero no falta que alguien diga que desde hace miles de años, con los griegos. Cuando llegamos a este punto les pido que viajemos en el tiempo. Que todos juntos nos traslademos al pasado y lleguemos a Grecia. Es más, ya que hasta podemos viajar en el tiempo, decidimos llegar a nuestro destino un día tal que nadie sabía aún que el área del círculo era pi por radio al cuadrado. Ningún cerebro humano que haya existido hasta ese momento tenía ese conocimiento.

funny_this_is_what_a_scientist_looks_like_science_tshirtYa establecidos en la playa y con una fogata esperando que caiga la noche, notamos a un grupo de personas (griegos que andaban por ahí en sus “batas”) discutiendo apasionadamente. Están dibujando figuras en la arena y alegan acaloradamente. Sin violencia, pero con pasión. Los ignoramos por el momento. Cae finalmente la noche y después de tan singular viaje estamos algo cansados. Rendidos nos entregamos al sueño. Apenas amanece cuando unos gritos de emoción nos terminan de despertar. Resulta que los tipos que vimos discutir la noche anterior le habían seguido toda la madrugada y al parecer, mientras descansábamos, habían descubierto que el área del círculo era pi por radio al cuadrado. Estaban eufóricos y nos explicaban. De hecho, fueron los primeros seres humanos en tener esa información registrada en sus cerebros y ahora sería posible transmitirla. Regresamos al presente y mañana en las noticias nos dicen que hoy, mientras descansamos del viaje de regreso, alguien descubrió algo nuevo que nadie sabía. Esas personas son científicos.

¿Para qué sirve lo que estudian y descubren? ¿Para que sirve saber el área de un círculo? ¿Qué les motivó estudiarlo? ¿Tenían en mente alguna utilidad antes de descubrirlo? Los invito a que aporten sus respuestas. Ya saben dónde encontrarme.


Radiación de cuerpo negro (parte 1)

febrero 2, 2014

¿Cómo sabemos de qué están hechas las estrellas? Durante muchos años los seres humanos observaron el cielo con sus planetas y estrellas. Durante muchos años eso era lo único que podían ver. Sus observaciones permitieron encontrar patrones en los movimientos celestes y eso ayudó a que eventualmente entendieran el movimiento de nuestro planeta en el sistema solar. Esas observaciones ayudaron a Kepler a describir el movimiento de Marte (y de los otros planetas) con una órbita elíptica en términos de las famosas leyes de Kepler. Esas observaciones, y las leyes de Kepler, ayudaron a confirmar el poder y la utilidad de las leyes de la dinámica, así como de la teoría de la gravedad, ambas de Newton. Gracias en gran medida a esas observaciones nació la ciencia.

Aparte de los movimientos se observaban otras dos cosas en las estrellas: su brillo y su color. Es decir, se tenía una descripción de qué tan brillante con respecto a, digamos el sol, eran las estrellas que se podían ver, y luego se decía que algunas se ven rojas, otras azules, etcétera. Pero eso era todo. No se sabía nada más acerca de ellas. Ni de sus orígenes, ni sus diferencias, ni de qué eran en realidad. No siempre fue claro que el sol es una estrella, por ejemplo.

hot_metalPasaron siglos y a principios del siglo XX la física estaba metida en tratar de entender algunos fenómenos que parecían contradecir las teorías existentes en esos días. Uno de esos fenómenos/problemitas consistía en describir la radiación (luz) que emiten los cuerpos calientes. Es probable que alguna vez hayas calentado (o visto a alguien hacerlo) un trozo de carbón o de metal. Seguramente habrás notado que conforme el carbón se calienta éste cambia de color (y lo mismo para el metal).

La física describe la radiación – la emisión y absorción de ondas electromagnéticas (luz) – a través de la teoría electromagnética, formulada por Maxwell en el siglo XIX. Por lo tanto los físicos de principios del siglo XX deberían de poder explicar por qué y cómo cambian los colores del carbón conforme se calienta.

Para cuantificar el fenómeno de manera precisa lo que se hace es lo siguiente: Se toma un objeto negro (negro significa que no emite – o casi no emite – radiación) con una cavidad interna y se le hace un orificio. Se cubre el orificio de tal manera que nada (radiación) puede salir. Se le coloca en un horno y se le transmite calor hasta que adquiera una temperatura determinada (hasta que esté en “equilibrio térmico”). Una vez logrado esto, se destapa el orificio y se deja que salga la radiación, la cual es recibida por un espectrómetro que identifica la intensidad de la radiación para un cierto rango de frecuencias, en otras palabras, el espectrómetro es un aparato, que ya existía en esa época, que nos dice cuanta luz (intensidad) se recibe de cada color (frecuencia). Se registran los datos en una gráfica en la que el eje horizontal corresponde a la frecuencia y el eje vertical a la cantidad de luz recibida. Esto fue el experimento. Lo recabado es lo que sucede, independientemente de si lo entendemos o no: es lo que es.

Gráfico_de_un_cuerpo_negro¿Qué se observa? Se obtiene que casi no hay radiación para frecuencias muy bajas. Conforme la frecuencia va incrementando, lo hace también la intensidad hasta llegar a una frecuencia particular (característica del material) en la que la intensidad llega a un máximo – el color que vemos si es visible. Posteriormente, conforme la frecuencia sigue avanzando, la intensidad comienza a disminuir rápidamente hasta llegar a cero para frecuencias muy altas. La forma precisa de la variación de la intensidad en función de la frecuencia es lo que la teoría debe de proveer.

¿Qué nos provee la teoría? Utilizando el electromagnetismo y las ideas de la época acerca de la materia (la teoría), tratamos de predecir/reproducir, según sea el caso, los resultados obtenidos por el experimento: predecimos si aún no conocemos los resultados, reproducimos si ya los conocemos. Los físicos de la época hicieron ambas cosas (experimento y cálculo). Al finalizar los cálculos matemáticos comparamos (compararon) y ¡oh sorpresa! No le damos ni cerquita. La teoría electromagnética predice que la cantidad de luz emitida debe crecer conforme crece la frecuencia ¡de manera indefinida!, ¡para siempre! – entre más frecuencia, más intensidad. De hecho, tomando los resultados matemáticos “al chile”, se llega a la conclusión de que si pudiéramos medir frecuencias infinitamente grandes, la radiación emitida sería infinita. Obviamente una tontería. El experimento muestra algo distinto, por supuesto, y la teoría queda en ridículo.

El problema, llamado catástrofe ultravioleta, era importante. Efectivamente invalidaba las ideas sobre la materia y posiblemente aspectos del electromagnetismo, que sin embargo, era una teoría que funcionaba maravillosamente para todo lo demás. Era una de las teorías más comprobadas y consistentes que se habían logrado realizar. Entonces pues, un verdadero desastre.

planckNo hay mejor época para dedicarse a la ciencia que cuando hay crisis y “desastres” como los que acabamos de describir. Max Planck, físico alemán, fue quien empezó a resolver el desastre. Propuso la “cuantización” de la energía para poder explicar los resultados experimentales. Importante señalar que la solución utiliza la teoría de Maxwell ¡intacta! El electromagnetismo no era el problema, aparentemente. Se empezaba a gestar la mecánica cuántica.


¿Relatividad?

enero 28, 2014

einstein-1894_approx-young-sizedSi avanzo 50 metros durante 10 segundos en dirección Oeste, decimos que llevo una “velocidad” de “5 metros por segundo.” En realidad deberíamos decir “5 metros entre segundo,” pero como que se acomoda mejor la lengua al decir “por.” Es más, para ser verdaderamente cuidadosos y precisos tendríamos que decir “5 metros entre segundo en dirección Oeste con respecto al árbol que se encuentra enfrente de mi casa,” en otras palabras, para hablar de “velocidad” se requiere lo siguiente: unidades –  en qué se mide la velocidad, que en nuestro ejemplo son “metros entre segundo” (podrían ser kilómetros entre hora, pulgadas entre minuto, etc.). Se requiere también especificar la dirección en la que se mueve y esto conlleva a tener que especificar un “sistema de referencia,” en nuestro caso el árbol enfrente de mi casa.

Claro que cuando no es importante ser tan precisos, solamente decimos – ayer regresé por carretera y venía como a 140 – todos entenderemos que se refiere a kilómetros entre hora (y diremos kilómetros por hora) y que la dirección era hacia nosotros, es decir hacia Colima. Para no hacernos bolas ni aburrirnos, utilizaremos esa descripción menos precisa en lo que resta de este escrito.

Si voy en un coche a 50 km/hr y me dirijo derechito al árbol que se encuentra plantado enfrente de mi casa, y no freno, seguramente tendré algunos problemas. Ignoremos las obvias consecuencias de dicho encontronazo y pensemos en lo siguiente: desde la perspectiva de un pasajero de nuestro coche, el árbol se acerca a 50 km/hr, en otras palabras es posible verlo de esa manera. Si le pregunto a un insecto parado en árbol, el insecto también puede decir que el coche va a 50 hacia él o que el árbol (junto con él) va a 50 hacia el coche. Es equivalente.

Un choque más emocionante: si en lugar de que nuestro coche vaya en una trayectoria hacia un árbol va hacia otro coche, que a su se mueve en la misma dirección, entonces la cosa es más emocionante (y peligrosa). Supongamos por ejemplo que con respecto a la banqueta nuestro coche va a 50 km/hr hacia la derecha y que el coche de nuestros desafortunados amigos va a 50 km/hr pero rumbo a la izquierda. Repitiendo el ejercicio de arriba, si deseamos podemos decir que el coche enemigo viene hacia nosotros a 100 km/hr y viceversa. La velocidad es precisamente relativa y depende del sistema o marco de referencia con respecto al cual se mida. Así, si yo mido la velocidad del coche enemigo con respecto al volante de mi coche, aquel se acerca hacia mi volante con una velocidad de 100 km/hr. Si la medimos con respecto a la banqueta, uno lleva 50 a la derecha y el otro 50 a la izquierda. Creo que la mayoría de nosotros estaremos de acuerdo con lo que acabo de decir, y es además es efectivamente correcto, bueno, a medias.

Resulta que hace un poco más de 100 años Albert Einstein llegó a la conclusión de que lo que acabamos de describir es verdad, o casi verdad, solo cuando las velocidades involucradas son pequeñas con respecto a la velocidad de la luz, la cual es de aproximadamente 300,000 km/seg. Una vez que las velocidades sean comparables a la de la luz, encontraremos fenómenos físicos muy diferentes a lo que nuestra intuición y experiencia nos dice. Claro está que en nuestra vida cotidiana esos efectos no son apreciables ya que nos movemos con velocidades extremadamente pequeñas (comparadas con la de la luz), sin embargo existen muchos fenómenos naturales, incluyendo algunos que nosotros generamos, en los que si se manifiestan los cambios.

Para describir un poco de qué se trata consideremos lo siguiente. Como vimos arriba, la velocidad está relacionada con un desplazamiento espacial (avanzar una cierta distancia) realizado durante un cierto intervalo de tiempo. Si voy a 10 m/s quiere decir que me desplacé de un lugar a otro, separado por 10 metros, y que lo hice durante un segundo. Si efectivamente confirmo ese enunciado quiere decir que pude medir (o alguien lo hizo por mi) una distancia (10 metros) y un intervalo temporal (un segundo). Pues bien, lo que Einstein descubrió es que la velocidad de la luz es siempre la misma y es independiente del estado de movimiento de quien la observe. ¿Qué quiere decir esto? Quiere decir que si yo enciendo una luz en cierta dirección, un observador registrará que la luz llega a 300,000 km/seg independientemente de si yo me muevo o no. No importa si yo voy en un coche que viaje a la mitad de la velocidad de la luz y luego le “aviente” la luz de una linterna, el observador no verá la luz a 450,000 km/seg, la verá exactamente a 300,000 km/seg. De hecho, si en el ejemplo de arriba los coches fueran a 200,000 km/seg (comparable a la de la luz) en lugar de 50 km/hr, no determinarían 400,000, sino algo menor a 300,000.

tdgraphformula1¿Cómo es posible? ¿Qué sucede que haga esto posible? La consecuencia de la constancia de la velocidad de la luz es que cuando viajamos a velocidades tan grandes, el espacio y el tiempo se distorsionan de tal forma que la luz, independientemente de cómo nos movamos, mantiene su velocidad. A esto se le conoce como la relatividad especial que descubrió Albert Einstein, y al contrario de lo que comúnmente se le atribuye (de que todo es relativo y no podemos determinar nada), la relatividad especial está fundamentada en dos postulados bastante no-relativos: i) Las leyes de la naturaleza son iguales en todos lados y ii) la velocidad de la luz es constante e independiente del sistema de referencia.


¿Para qué sirven sus publicaciones? ¿Por qué mejor no se ponen a hacer algo que «de verdad» sirva?

enero 1, 2014

En el intento por describir  la importancia de la ciencia básica y su indispensable necesidad de ser financiada, la mayoría hemos escuchado y mencionado varios argumentos. Es típico decir que la investigación básica (teórica) ha generado una cantidad inmensa de conocimiento, que ha permitido inventar y generar tecnologías que utilizamos diariamente casi sin darnos cuenta. Esto no representa de ninguna manera la única aportación de la ciencia básica, pero siempre se menciona – y con razón: sin ciencia básica, no habría nada.

frase-el-cientifico-no-estudia-la-naturaleza-por-la-utilidad-que-le-pueda-reportar-la-estudia-por-el-henri-poincare-126291Algo que se nos olvida mencionar (a muchos), es que todos esos avances y repercusiones en el mundo tecnológico, han sucedido gracias a una sólida y organizada estructura de ciencia experimental básica y aplicada. Estructura que vive a la par de la ciencia básica teórica y que goza de la misma dignidad (si no es que más) y consideración. La ciencia de primer nivel se ha hecho en lugares donde existen las dos estructuras, ciencia teórica y ciencia experimental (por teóricca no me refiero a cuestiones de opinión ni de discurso, en la ciencia la palabra “teoría” significa el entendimiento comprobado y sustentado por medio de evidencias, que permite explicar y predecir).

Es fácil decirle a las autoridades que el sistema de posicionamiento global (GPS) no funcionaría sin la Relatividad General. Esto es una verdad absoluta, no se miente. Sin embargo dicho así no tiene ningún sentido. Para poder generarlo fueron necesarias tanto la Relatividad General como una enorme cantidad de desarrollo tecnológico, que va desde poder poner satélites en órbita, generar la electrónica adecuada, desarrollar materiales para los dispositivos, entro otros. Es fácil también decir que una gran cantidad de aparatitos electrónicos funcionan gracias a que se desarrolló la mecánica cuántica. Por supuesto que es verdad, y al igual que el GPS, para que vieran la luz, se requirió de investigación experimental – básica y aplicada – de primer orden y con muchas vertientes.

Creo que debemos de ser más honestos y cuidadosos cuando tratemos de explicar y justificar (porque además es nuestra obligación) la necesidad de que un país como el nuestro apoye la ciencia básica, teórica y experimental, lo cual estoy completamente convencido de que es imperante y urgente (bueno, si queremos mejorar, si no, no es necesario). Tenemos que tener cuidado cuando ponemos esos ejemplos simplones, ya que alguien mínimamente interesado podría preguntarnos qué contribuciones de ciencia básica hecha en México en los últimos 50 años, por ejemplo en física, han repercutido en algún aparatito.

Me parece conveniente que pensáramos cuidadosamente en emitir una explicación más fiel a nuestra realidad y que a la vez, pusiéramos un empeño decidido en impulsar, a través de todos los medios a nuestro alcance, el desarrollo de una ciencia más completa. Una ciencia que incluya todos los aspectos y que apoye todas las vertientes, de manera organizada y evaluando su relevancia de manera cuidadosa y honesta.

pasteurEn nuestro país existe un poco de ciencia básica teórica (poca y mal financiada, pero existe), muuuy poco de ciencia aplicada experimental (sin apoyo real ni decidido, casi siempre a medias y con exigencias de “impacto” inmediato y “visible”), pero casi nada de ciencia básica experimental. Para darnos una idea de lo que nos perdemos: es ahí, en la ciencia básica experimental, donde “se inventan” los nuevos aparatos y tecnologías que posteriormente permitirán a las demás disciplinas construir sus laboratorios. Antes de tener microscopios electrónicos, computadoras, equipos de resonancia magnética, etc.  (es decir, todo lo que se puede comprar ya construido), alguien tuvo que inventarlos. Alguien tuvo que necesitarlos. ¿Para qué? Seguramente para tratar de entender las propiedades más basicas de la materia, para investigar qué tipo de cosas nos llegan desde el Sol, para intentar “ver” y “explorar” la naturaleza donde nunca nadie lo haya hecho. Para ese tipo de cosas se ha tenido que inventar una gran cantidad de tecnología. Con lo que se descubre se entiende mejor a la naturaleza y eso nos permite a la vez seguir mejorando los inventos. Luego nos damos cuenta de que algunas de esas tecnologías pueden usarse con otros fines (estudiar la sangre, mejorar el concreto, los alimentos, etc.). Es un proceso rico y complejo en el que participan muchos actores. Mientras no contemos con una infraestructura robusta, que incorpore todos esos actores, será difícil contribuir de manera significativa como país.

También por eso es necesario pensar un poquito (ya con esta información) antes de decirle a los pocos investigadores de nuestro país: “Deberían ponerse a trabajar en proyectos que “de verdad” sirvan. Proyectos que “resuelvan” los problemas actuales, y no anden con sus abstracciones raras.” Como hemos visto, no se trata de que un científico decida o no dedicarse a tal o cual problema. Para tener un impacto “visible” se requiere de una infraestructura con todos los elementos, desde el más básico hasta el más aplicado. La razón por la cual en este momento tenemos un poco más desarrollada la ciencia básica teórica tiene una explicación muy sencilla: es la más barata. Es la que sí puede sobrevivir a pesar de politicas cambiantes y burocracias empedernidas. Es la que podemos hacer a pesar de la situación en la que nos encontramos. Necesitamos cambiar esa situación ya.


Frío, frío, caliente

diciembre 23, 2013

La temperatura global del planeta y sus cambios recientes son actualmente tema de debate internacional. Mientras que las mediciones precisas y sistemáticas de la temperatura del planeta han empezado a registrarse hace poco tiempo (comparado con los procesos geológicos en juego) y que el análisis sistemático de los efectos humanos y no humanos que contribuyen a la evolución temporal de la temperatura del planeta no arrojan resultados definitivos, la situación se ha convertido en un tema político (cuasi-religioso en algunos casos) que influye de manera importante en muchas decisiones a nivel internacional y que repercuten ya en la economía mundial.

gore_firegloablawarminghoaxLa politización del tema obviamente perturba y dificulta la transferencia de información. Más bien lo que existe es desinformación. Científicamente el problema no está para nada resuelto (en ninguna dirección) y existe en este momento controversia – algo completamente normal en ejercicio científico. Se puede decir que existen dos grupos principales: aquellos que están convencidos de la existencia de un calentamiento global debido a la actividad humana, y aquellos que están convencidos de que no existe tal situación. Como siempre en la ciencia, los estudios y resultados irán dando la pauta y eventualmente, ante la presencia de datos verificables y seguros (si es que se pueden obtener), se tendrá que abandonar el sentimiento o deseo de una u otra solución y se aceptará la correcta. De eso se trata la ciencia, de aceptar los resultados obtenidos a pesar de que vayan en contra de lo que uno esperaba inicialmente.

En este tenor es interesante ver que recientemente ha ido creciendo, de manera importante, el número de científicos disidentes del grupo original que postuló que la actividad humana contribuye significativamente al calentamiento global y que la situación era tan mala que la vida en el planeta estaba en riesgo. Ahora, muchos de ellos han reconsiderado su posición, sobre todo en el sentido de la alarma inminente.

Entre los argumentos típicos (tipo chisme de mercado) que se escucha acerca de los científicos y sus posturas se encuentran argumentos como que las empresas tienen comprados a todos los que dicen que no hay calentamiento global, o que los que dicen que si hay calentamiento global están aprovechando la moda y el temor en la gente para obtener recursos fácilmente, etc. Estos argumentos no nos interesan. Nos interesa saber qué argumentos científicos, cuantitativos, reales se utilizan.

Por lo pronto y para arrancar motores les comparto algo de información que les puede servir de guía inicial: Primero: hasta el momento no existe suficiente información recabada (datos registrados sobre suficiente tiempo) para poder tener una respuesta decisiva. La gran mayoría de los datos registrados corresponden precisamente a la época (geológica) en la que los humanos hemos estado produciendo cantidades significativas de gases. Por otro lado los geólogos están tratando de obtener información cada vez más precisa acerca de los cambios climáticos en épocas anteriores.

Otro aspecto importante es que en este momento el tema se ha convertido en un banderín político, con lo que ello conlleva. Eso me preocupa y me molesta. Es importante que se le informe a las personas de los posibles riesgos del  calentamiento global, es también importante que se le informe a las personas sobre “la posibilidad” de que las actividades humanas estén íntimamente relacionadas con el calentamiento global, y es sumamente importante que también se le informe a las personas que se debe de seguir investigando para entender a fondo el proceso. Se debe decir a las personas que aún no se sabe a ciencia cierta cuál es la situación.

gonna-dieAlgunas pistas que podemos tener para identificar cuándo nos están hablando del tema con intenciones poco fundamentadas en la ciencia consisten en comentarios como el de que “los tornados (sobre todo cuando por ahí hubo uno muy fuerte y que produjo muchos daños) ahora son más peligrosos y más frecuentes debido al calentamiento global” (y obviamente cualquier frase similar con algún otro fenómeno natural sustituyendo la palabra tornado), o que “el nivel de los mares hará que se inunden ciudades enteras en 10 años”, o cualquier comentario que involucre “alarma”. Si tratan de “alarmarle” estimado lector, dude. En el momento que un grupo (de poder o de querer poder) dictamine de manera absoluta alguna postura, estará mintiendo. Se debe reconocer que aún no sabemos la respuesta a esta importante situación.

earthonfire1webClaro está (pero de todas maneras lo digo ¡no vaya a ser que luego digan que me quiero acabar yo solito el planeta!) que esto no significa que no sea prudente y conveniente, para los seres humanos, reconsiderar la forma en que estamos consumiendo los recursos naturales. Aún si no existiera el calentamiento global es bastante evidente que podemos mejorar de manera importante la forma en que utilizamos los recursos y la forma en que desechamos los restos. No necesitamos que haya catástrofes para entender que podemos ser más eficientes y organizados. Creo que es mucho mejor educar e informar honestamente, aunque cueste más tiempo y trabajo, que asustar. Porque aunque el miedo no ande en burro, al final, si no nos inundamos en 10 años, será más difícil después convencer a la sociedad de que existen riesgos y de que no fue nuestra intención engañar. Informemos, eduquemos, no mintamos.


Sin memoria

diciembre 19, 2013

Hagamos un experimento “pensado” o “mental”: diluyamos en agua una substancia tóxica para el ser humano, o incluso letal, no importa. La diluimos por un factor de 100, es decir, ponemos 99 partes de agua por cada parte de nuestra substancia. Agitamos vigorosamente nuestro recipiente y separamos una muestra. Repetimos el proceso: agregamos 99 veces más agua, mezclamos, separamos una muestra y volvemos a repetir. Podemos repetir las veces que queramos (dependiendo del tiempo libre que tengamos para hacer esto antes de que comience la telenovela), digamos unas 20. Una vez finalizado el proceso nos tomamos el agua. ¿Qué pasa? Aparte de quitarnos la sed, no pasa nada. Simplemente tomamos agua. ¿Por qué? Pues porque prácticamente no quedó ninguna molécula de la substancia peligrosa. En cada paso del proceso que acabamos de describir hemos reducido el número de moléculas de la substancia peligrosa en factores de 100, terminando con un número de moléculas determinado multiplicando la cantidad inicial por 0.0000000000000000000000000000000000000001 (39 ceros y un 1 después del punto), es decir, ninguna.

srHay quienes afirman que de esa manera se pueden crear medicamentos que pueden curar prácticamente cualquier malestar y/o enfermedad. Confrontados con lo ridículo del procedimiento, casi siempre recurren a una hipótesis aún más ridícula: lo que pasa es que el agua “tiene memoria”.

Hay dos cosas sumamente interesantes con ese enunciado. La primera es que sí es verdad que el agua tiene memoria, solo que a diferencia de lo que estos timadores acostumbran hacer, que es hablar por hablar, los científicos han verificado esa memoria y han descubierto que en el agua líquida dura alrededor de 50 millonésimas de nanosegundo, es decir, 0.00000000000005 segundos. Si alguien cree que el proceso de preparación y aplicación del milagroso medicamento puede llevarse a cabo en ese tiempo, creo que entonces sí necesita una dosis de esa substancia (sin diluir). La segunda cosa interesante del argumento es que si fuera cierto, es decir, si el agua fuera capaz de retener memoria de las substancias con las que ha interaccionado, la verdad no creo que me atrevería a volver a dar un trago de agua. Imagínense, queridos lectores y lectoras, dónde ha andado el agua obteniendo “memoria” antes de llegar a nuestra boca, ¡huácala!

¿Y entonces? ¿Acaso no escuchamos por todos lados que estas medicinas funcionan? ¿Cuántas anécdotas no hemos escuchado de su eficacia y suma benevolencia? ¿No será que en realidad queremos esconder la verdad detrás de un complot científico para que nadie se cure y así las grandes y nefastas compañías farmacéuticas (las que venden medicinas, no las que venden agua milagrosa, desde luego) se vean beneficiadas? ¿No? ¿Entonces?

agradezcamosExisten varios factores que nos permiten entenderlo. Primero, y en mi opinión el más importante, el cuerpo humano es capaz de repararse por sí mismo de manera impresionante. Ante los malestares más comunes, el reposo y una buena alimentación, junto con paciencia, son infalibles. Por otro lado, cuando adquirimos una enfermedad más seria, que requiere de ayuda externa, los medicamentos y tratamientos toman tiempo en surtir efecto (y también surten efectos secundarios, de ello nada ni nadie se salva). Muchas veces esos tratamientos nos cansan, en ocasiones los interrumpimos, sentimos que no funcionan, al menos no tan pronto como quisiéramos. Y luego, después de dejarlos o terminarlos y no sentir una mejora, recurrimos a las gotitas de agua con memoria y adivinen: ¡nos sentimos mejor! A nosotros también se nos borra la memoria de que justo antes (a veces al mismo tiempo) estuvimos medicándonos.

Otra situación común: me dice el médico que no puede darme nada más. Me dio todo lo posible, no me he curado y dice que es todo lo que puede hacer. Solo hay que esperar. Pero no me siento bien, es más, como me dice que ya no puede hacer nada, me deprimo. Me desespero. Me tomo las gotitas milagrosas y me ayudan. Me dan esperanza. ¿Me curan? Ni de chiste, pero me hacen sentir mejor y eso es lo que me importa en este momento. Me calman. Me engaño y eso es bueno.

¿Bueno? En realidad depende. Si soy lo suficientemente ingenuo como para que, dada mi grata experiencia con las gotitas milagrosas, ya no acuda a la medicina científica cuando me vuelva a enfermar, y sobre todo si es algo de verdad serio, pues entonces no es bueno, sino muy peligroso.

cancercureCuando vemos a alguien enfermo y sufriendo es natural querer ayudar. A veces sabemos cómo, pero la mayoría de las veces no. Damos consejos de buena voluntad y eso es muy válido, aunque sería mejor, sobre todo en casos de salud, aconsejar solo cuando de verdad tengamos un conocimiento sobre ello. Si alguien ofrece soluciones demasiado buenas como para ser verdad, dude. Si quiere creer para sentirse mejor, hágalo, pero no sustituya la medicina por soluciones milagrosas. Por otra parte, cuidemos de no caer en manos de individuos sin escrúpulos. El timo a personas enfermas y desesperadas es una actividad vil y reprochable. Desafortunadamente es fácil de hacer. Ante el dolor y el sufrimiento, propio y de seres queridos, nos volvemos vulnerables y susceptibles a todo tipo de engaños y estafas. Un primer paso que puede ayudar a determinar la veracidad de un posible remedio: si se nos asegura que “el tratamiento” no tiene efecto secundario alguno y/o cura una gran variedad de enfermedades, tenga la certeza de que es fraudulento.


Complejo de realeza

diciembre 16, 2013

Nos encantan los títulos. Si no son nobiliarios no importa, para eso tenemos los académicos. ¿Cuántas veces no ha pasado algo como lo siguiente?: El Dr. Fulano de Tal va caminando por un campus universitario y un “simple” estudiante le dice “Hola Fulano, ¿cómo estás?” Fulano mientras tanto, con cara de ofendido, responde “Dr. De Tal, que mi trabajo me costó.” Estoy seguro que quienes hayan tenido la oportunidad de estudiar y/o trabajar en una universidad habrán escuchado algo muy similar. Quiero que  pongamos algo en claro: a cualquier individuo que diga algo así debemos responder inmediatamente y con absoluta certeza: “se nota que te costó demasiado.” 

titulos-nobiliarios-italianosEn tiempos en los que los títulos nobiliarios, perdón, quise decir académicos, son tan importantes para la seguridad y estabilidad emocional de las personas, intentaré describir qué quiere decir una palabrita que ha empezado a sonar y que recibe múltiples acepciones: Postdoctorado.

Antes de explicar qué significa me permito aclarar algo que no significa: El postdoctorado NO es un grado (ni título) académico.

Un título académico es aquel que (en principio) se obtiene al cumplir una serie de requisitos académicos y administrativos impuestos por una institución de educación superior. Para obtenerlos se «defienden» de alguna manera (exámenes, defensas de tesis, etc.) y al ser “aprobada,” la persona adquiere el título (un papelito que puede poner en un cuadro y colgar donde sea visible por la mayor cantidad de personas posible, si no ¿qué chiste?).  El título académico máximo que existe en este momento se llama “doctorado.”

La mayor parte de la investigación científica del mundo se realiza en universidades. También la mayor parte de la investigación científica se hace en países desarrollados. En la mayoría de ellos, las universidades contratan a sus docentes con el requisito mínimo de doctorado (no hay diferencia sustancial entre docentes e investigadores). Además, dado que ya cuentan con una tradición científica consolidada, el número de personas con doctorado es elevado, así que hay buena competencia para poder obtener una plaza de trabajo permanente. Esta situación ha estado presente en esos países ya desde hace décadas y conforme otros países emergentes se han unido (o intentan unirse) a esos esquemas, la competencia se ha internacionalizado. Así cuando una persona termina su doctorado tendrá que competir por una posición académica con personas de todo el mundo, desde luego todas con doctorado.

Para poder suplir las necesidades y mejorar la competitividad (y para poder ofrecer empleo no tan costoso en muchos casos), un recurso que surgió fue el de crear posiciones temporales, por lo general de 2 a 3 años, que correspondieran a la primera experiencia laboral de los recién doctorados. Se le llama posición postdoctoral. Es decir, un postdoc es un doctor que tiene una posición (laboral) temporal que le permitirá adquirir experiencia y mostrar sus habilidades con la finalidad de posteriormente obtener una posición permanente (por lo general en una institución distinta a la que lo contrató como postdoc y también a la que le otorgó el doctorado, es decir, dentro de lo posible evitar la endogamia académica). Por lo general, aunque varía un poco de disciplina a disciplina, las personas realizan dos o tres postdocs antes de conseguir una posición permanente. En países desarrollados obtener una posición permanente después de un solo postdoc es visto como un logro importante.

NoblezaEn países como el nuestro, que se encuentra en una transición académica en la que la investigación científica se empieza a realizar a lo largo y ancho  de su territorio y no solo en un par de instituciones, estos esquemas aún resultan «curiosos». En países/culturas en que un doctorado se ve como la meta y no como el requisito mínimo es difícil entender qué significa el postdoc. Por lo general se percibe al doctorado como un premio, recibido después de mucho esfuerzo y que, al obtenerlo, deberíamos ya descansar y ser adulados (¡oh sorpresa!). Así pues, para algunas personas entonces el postdoc les suena – agradablemente – como un posible nuevo título de nobleza: imaginen, no solo es doctor, ¡además tienen 2 postdoctorados. ¡Es un genio!

Lamentablemente esta situación permea incluso en los sistemas administrativos de la ciencia mexicana. Quienes hacemos ciencia estamos registrados ante el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, el famoso CONACYT. En el sistema de captura de los “ridiculums” de los investigadores aparece el espacio en donde debemos poner nuestro “grado académico” y sí, en verdad , ahí en ese lugar existe la opción de postdoctorado. Da penilla.


ICTP

diciembre 5, 2013

salamDespués de haber obtenido su doctorado en el St. John’s College en Cambridge en 1950 y de pasar un año en el Instituto de Estudios Avanzados en Princeton, New Jersey, Abdus Salam regresa a su natal Pakistán en 1951 y se incorpora como “Professor of Mathematics” en el Colegio Gubernamental de Lahore. Su tesis de doctorado obtuvo una excelente reputación a nivel internacional y debido a cuestiones burocráticas su título fue emitido en 1952.

Al regresar se da cuenta de que le será imposible mantenerse conectado con el mundo científico y empieza a sufrir un aislamiento impresionante. El rector del Colegio le comunica que mejor se olvide de sus investigaciones, ya que para ellos eso no es una prioridad. Le da tres posibles funciones a ejercer durante el tiempo que le quede libre tras impartir sus clases: tesorero general del Colegio, prefecto de un dormitorio estudiantil o entrenador del equipo de fútbol. Salam escoge el puesto de entrenador sabiendo que deberá, lo más pronto posible, tener que abandonar su país y regresar al Reino Unido para continuar su labor científica. En el 54 regresa a Cambridge como instructor de matemáticas y “Fellow” del St. John’s College. En el 57 se convierte en “Professor” de matemáticas aplicadas en el Imperial College de Londres y eventualmente, en el 79, obtiene el premio Nobel de física junto con Sheldon Glashow y Steven Weinberg por su contribución al llamado “Moldeo Estándar de las partículas elementales.”

La experiencia – extremadamente resumida – que acabo de describir dejó una marca muy profunda en Salam. Tanto que decidió dedicar una cantidad importante de su tiempo y esfuerzo a la creación de un lugar en donde, los científicos de los países en vías de desarrollo, pudieran tener un espacio de “respiro” e interacción con el mundo científico de alto nivel. Tras gestionar, pelear, planear y decidir, al final, con el apoyo del gobierno italiano, la Agencia Internacional de Energía Atómica (IAEA por sus siglas en inglés) y la ciudad de Trieste (Italia), logró fundar el Centro Internacional de Física Teórica (ICTP por sus siglas en inglés) en Trieste. Fundado en 1964 ha sido sede de un gran número de eventos científicos y ha recibido a miles de investigadores de todo el mundo. Tiene un programa de estudios similar a una maestría diseñado para estudiantes que hayan cursado una licenciatura en un país en desarrollo. La idea es prepararlos para que luego puedan seguir en un doctorado de nivel internacional. Cuenta con un esquema de “Asociados,” que consiste en que investigadores que laboren oficialmente en instituciones de algún país en desarrollo puedan solicitar ser “asociados” al ICTP. Dicha membresía les permite/requiere visitar el centro por periodos que no excedan tres meses cada dos años (aproximadamente) y puedan participar en las actividades de investigación y aprovechar la interacción con el gran número de investigadores que desfilan por el centro todo el tiempo.

ictp

El ICTP inició con las áreas de física teórica y matemáticas. Empezó con estas áreas porque en realidad no podía empezar de otra manera, son las áreas base de toda la actividad científica y como la idea era fomentar la investigación en el “tercer mundo”, era necesario empezar por las bases. Conforme ha pasado el tiempo el ICTP ha crecido incorporando y cultivando nuevas áreas y en la actualidad cuenta con: el paquete original de física teórica (altas energías o de partículas, cosmología y astro-partículas) y matemáticas. A éstas le siguieron materia condensada y física estadística, física de la Tierra (geofísica, oceanología, física de la atmósfera, etc.) y física aplicada. Más recientemente se han incorporado las áreas de energía y sostenibilidad, biología cuantitativa y ciencias computacionales.

El director actual del ICTP es Fernando Quevedo, un físico de origen guatemalteco que se dedica a la teoría de cuerdas. Durante su periodo como director, Fernando ha tratado de impulsar la creación de centros regionales asociados al ICTP fuera de Italia y en países en desarrollo que tengan las posibilidades de hacerlo. Hace un par de años, motivados por esa visión del ICTP, un grupo de colegas propusimos que México participara con algo de ese estilo. Se logró convencer a algunas autoridades y se obtuvo apoyo por parte de la Universidad de Chiapas, básicamente gracias a la gestión y labor de Elí Santos Rodríguez, físico chiapaneco que se encargó de gestionar y organizar todo el proyecto. Actualmente existe ya un centro en Chiapas que funciona en coordinación con el ICTP y que pronto empezará a contratar nuevos investigadores para funcionar como un centro de atracción para los investigadores de la zona de Centro América, el Caribe y México (Mesoamérica). Las áreas que impulsará son, evidentemente, física y matemáticas, pero además, dado el contexto geográfico y actual de pertinencia e importancia, se desarrollarán también las áreas de energía y de medio ambiente (al menos al inicio, en un futuro espero que crecerá e involucrará muchas más áreas).

Estas líneas las escribo desde el ICTP y las escribo con mucha emoción. Es el entorno ideal para pensar que proyectos como el que tenemos en la Universidad de Colima y el de Chiapas son en realidad posibles: el ICTP es una muestra impresionante de ello.


Estrellas

diciembre 3, 2013

sirius_La vida y todo lo que hay en este planeta es consecuencia de las estrellas. No solo en este planeta, pero como nos gusta sentir que somos privilegiados y que representamos – por alguna razón – lo más importante de la naturaleza, pues digámoslo así.  Cuando digo consecuencia me refiero a que sin las estrellas no existirían los materiales para formar los planetas, ni la energía necesaria para que hubiera vida en el nuestro. Aquí digo nuestro porque no hemos encontrado vida en ningún otro, aunque en caso de existir, sería la energía de alguna o algunas estrellas la que le hubiera permitido hacerlo.

¿Qué es una estrella? Una estrella es un constante “jaloneo” entre átomos de hidrógeno. Bueno, principalmente de hidrógeno, ya que con el tiempo las estrellas van produciendo otros elementos. En el “jaloneo” participan las cuatro fuerzas de la naturaleza que conocemos: gravitacional, electromagnética, nuclear fuerte y nuclear débil. Ese “jaloneo” produce elementos químicos diferentes al hidrógeno y una cantidad inmensa de energía, parte de la cual recibimos como luz.

Veamos cómo está la cosa: El material más abundante en el universo, que no necesita de una estrella para existir, es el hidrógeno. Sus átomos son los más sencillos posibles: un protón y un electrón. El hidrógeno no está distribuido de manera uniforme en el universo y existen regiones con mucho y regiones con casi nada. En las regiones ricas en hidrógeno se forman “nubes” que poco a poco, gracias a la atracción gravitacional, se concentran en volúmenes cada vez más pequeños. Llega un momento en que son tan pequeñas que la repulsión entre los protones de los átomos ejercen una presión hacia afuera: la gravedad quiere hacer la nube más pequeña, pero la repulsión electromagnética se siente incómoda y quiere agrandarla. En ese estira y afloja ¡ganará quien pueda “jalar” más! Así muchas nubecitas se quedan nubecitas y otras tantas, que tienen una cantidad crítica de gas (masa), permiten a la gravedad ganar y la nube se sigue contrayendo. Notemos que en este proceso los átomos son sujetos de estiradas y jaladas en varias direcciones y por lo tanto están realizando movimientos rápidos y azarosos. El resultado de todo esto es que la temperatura de la nube, que no es otra cosa que el movimiento de los átomos, va aumentando conforme ésta se contrae.

Vencida la interacción electromagnética, los átomos se concentran cada vez más haciendo que sus protones se acerquen más y más aunque no quieran: la repulsión sigue estando ahí y pone resistencia, pero la gravedad de toda la nube gana y los sigue acercando. Eso sucede hasta que se logra llegar a un tamaño en el que las fuerzas nucleares “se despiertan”. Una vez que los protones casi se “tocan”, y la temperatura llega por ahí de los diez millones de grados centígrados, las fuerzas nucleares (débil y fuerte) empiezan a actuar: los protones en los núcleos de los átomos de hidrógeno (cuatro de ellos) se “fusionan” creando átomos de Helio y liberando en el proceso grandes cantidades de energía en forma de fotones, positrones y neutrinos. Los fotones liberados en ese proceso son reabsorbidos y rebotados por el gas de las capas exteriores durante cientos de miles (a veces millones) de años antes de “salir” de la estrella, para luego llegar a una de las fotoceldas solares que hemos construido, generando electricidad y así permitiéndonos presumir que usamos energía solar, que como vimos no es otra cosa que energía nuclear.

Tamaños-estrellasUna vez que se generan las reacciones nucleares tenemos una estrella. Las reacciones nucleares “detienen” el colapso gravitacional y el “estira y afloja” se compensa quedando una estrellita redondita que como dicen los cuentos y/o películas chafas: vivió feliz para siempre. Bueno, más o menos. En realidad no. El desenlace final de la pelea depende enormemente del tamaño inicial de la nube colapsada. Existen periodos en donde superficialmente pareciera que están en tregua y la estrellita brilla muy bonita y con un tamaño más o menos constante, pero eventualmente, conforme pierde cada vez más energía, la gravedad volverá a ganar y se colapsará un poco más, luego las fuerzas nucleares agarrarán un “segundo aire”, rebotará y volverá a encenderse creando elementos más pesados. Las fases y veces que esto puede ocurrir dependen crucialmente de la masa inicial de la estrella: la muerte de la estrella está dictaminada prácticamente desde el inicio. “Nuestro” Sol, por ejemplo, colapsará y tendrá un rebote que lo hará extenderse más allá de la órbita de Marte (y por supuesto ello hará que los planetas interiores, incluida “nuestra” preciosa Tierra, terminen pulverizados) para luego volver a contraerse finalmente en un objeto medianamente caliente, del tamaño aproximado de Júpiter y sin fusión nuclear. Otras estrellas son más presumidas y mueren en una tremenda explosión en la que generan una cantidad importante de elementos químicos pesados. Son estas muertes, llamadas supernovas, las que producen materiales que luego son utilizados para hacer los teclados de las computadoras en donde se escriben artículos sobre la muerte de las estrellas, entre otras cosas. Otra muerte estelar es la de convertirse en agujeros negros, pero eso ocurre solo para las estrellas obesas.