Buscando en mis archivos me topé con un escrito que publiqué en un periódico de Colima en el 2014. Ahí describía mi frustración con algunos temas relacionados a la situación social del país y su relación con la educación, ciencia y la pobre política nacional. Lo leí de nuevo y me pareció pertinente compartirlo de nuevo en este momento. Ustedes dirán si se puede adaptar a lo que está sucediendo justo ahora (en el 2104 era seguro, sin lugar a dudas). Aquí se los dejo….. espero sus comentarios.
No sé qué escribir. He intentado buscar ideas interesantes para compartir con ustedes y aun cuando hay muchas y bonitas, no he podido concretar nada. Me siento un poco desanimado. No: desanimado no es la palabra correcta, estoy más bien preocupado, algo deprimido y en ocasiones podría decir que molesto.
Me molesta, me preocupa y me asusta la situación que vivimos en el país. Hay una evidente y fuerte descomposición social y política (no pueden estar separadas) que nos tiene al borde de la locura. Suceden cosas que creería solo poder encontrar en cuentos (y malitos) y parece que no nos damos cuenta, o que no nos importa, o que es de lo más normal. Luego, cuando todo parece indicar que ya se llegó al fondo, y que por lo tanto la situación ya no puede empeorar, la “creatividad” y el surrealismo de este país florecen para mostrarme lo equivocado e ingenuo que soy.
Creo firmemente que la solución a todos los problemas sociales que tenemos radica de manera fundamental en la educación. Digo que lo creo porque no lo puedo demostrar. Si mi creencia es acertada, debe ser claro que ello implica que la solución no es para nosotros, es decir, es para el futuro. A nosotros nos tocó lo que tenemos (de acuerdo a mi creencia, producto fundamentalmente de una pésima educación durante décadas) y no podremos cambiarlo para disfrutarlo nosotros mismos. Ese es, desgraciadamente, uno de los ingredientes más importantes para que, de alguna manera, muchos no hagamos nada al respecto. Es difícil sacrificar y trabajar para obtener resultados que no veremos, más cuando tenemos desconfianza y nos sentimos vulnerables. Creo que a veces preferimos engañarnos y pensar que hay soluciones que tendrán efectos inmediatos, generales y contundentes. No las hay. Creo también que eso precisamente es lo que hemos estado haciendo en las últimas décadas en nuestro país llegando a un claro resultado: el presente.
Me preocupa ver que hoy sigamos sin tener planes diseñados con una visión a largo plazo e incorporando además pasos pequeños, dirigidos, sólidos, basados en el presente y evaluables. Planes de gran envergadura pero ubicados en la realidad. Planes con la flexibilidad adecuada para ir corrigiendo el rumbo, basándose en evaluación y seguimiento, y al mismo tiempo con un rigor y entusiasmo que garanticen el avance. Planes que nos hagan creer en nuestro país, en nosotros mismos. Estrategias y proyectos que nos hagan partícipes y constructores del futuro. Planes y estrategias en las que nosotros seamos – y nos sintamos – indispensables. Planes incluyentes que contemplen las necesidades de todos los grupos, diseñando programas para que todos, pero todos, desde los más vulnerables hasta los más destacados y de alto rendimiento, potencien sus habilidades y entusiasmos. Planes basados en la idea de que somos una gran nación y no somos inferiores ni incapaces. Aprendiendo y aprovechando lo generado por los demás, pero sin someternos a los demás. Pero no, pareciera que lo único que somos capaces de diseñar y vender son ideas enfocadas a tratar de obtener “resultados” visibles e inmediatos (si son fotografiables mejor), independientemente de si son certeros o eficientes. Me preocupa y mucho.
Me preocupa en parte porque en ese ambiente es difícil contribuir. Es difícil que se tome en cuenta, por ejemplo, a la ciencia, y eso es muy peligroso.
¿Por qué es difícil tomarla en cuenta? Porque los resultados obtenidos por la ciencia no siempre van de acuerdo con lo que nos gustaría escuchar, más bien al contrario. Cuando los gobiernos y grupos de poder tienen en mente estrategias y conceptos de desarrollo, no les es placentero que haya argumentos que muestren alternativas más eficientes o que evidencien debilidades en sus proyectos. El “problema” de la ciencia es que los resultados que obtiene no pueden ser moldeados ni adaptados a los intereses personales o de grupo. En sistemas en que los tomadores de decisiones están acostumbrados a que su palabra sea suficiente para demostrar cualquier verdad, la ciencia no puede ser una aliada y resulta más bien medio “molesta.”
¿Por qué es peligroso que no se tome en cuenta? Precisamente porque al no hacerlo es muy fácil terminar en una situación como la que tenemos en el presente.
Se supone que mi intención es utilizar este espacio para hablar de cosas interesantes sobre ciencia. Si se preguntan “¿qué le pasó a este tipo?, ¿por qué se pone a hablar de estas cosas?, ¿qué no tenía que decir algo sobre ciencia?,” no me queda mas que darles toda la razón y pedirles me disculpen. Hoy no pude. No me salió nada, me falló la inspiración. Por otra parte sentí la necesidad de sacar estos malestares y aprovechándome de su generosidad, decidí compartir esto. Pido disculpas porque no sirve de nada (a ustedes) que deje mis quejas y berrinches así nomás, sin propuestas, sin ideas de cómo resolverlas. Hoy no pude. Prometo intentar no repetir este bochornoso episodio.