Recuerdo que hace alrededor de diez años fuimos anfitriones del taller de la división de física de partículas de la Sociedad Mexicana de Física. En aquel momento la facultad de ciencias de la Universidad de Colima estaba prácticamente estrenando los programas de física y matemáticas (licenciaturas) y la comunidad nacional visitó para conocer y apoyar el incipiente grupo. El taller, consistió en una serie de conferencias y actividades relacionadas con la física de partículas realizada en el país y de los resultados más importantes de le época.
Recuerdo que en aquel momento el Gran Colisionados de Hadrones (LHC por sus siglas en inglés) del CERN estaba en plena construcción – tenía ya varios años en ese proceso – y casi todos los participantes discutíamos sobre los posibles resultados que ese colisionador podría obtener. Recordemos que los planes para construir dicho colisionador comenzaron décadas antes y requirió una impresionante cantidad de desarrollo tecnológico para poder concebirlo: no existían los cables que pudieran soportar las corrientes necesarias durante los tiempos necesarios, no existían los imanes para generar los campos magnéticos necesarios, nadie sabía cómo mantener el vacío requerido en el conducto de 27 km de longitud, no existían los sistemas de refrigeración necesarios para poder mantener la temperatura requerida para todos los imanes superconductores (temperatura menor a la que existe en el espacio exterior), no existían ni el software ni el hardware ni la electrónica necesaria para registrar y canalizar toda la información con la rapidez que se generaría en las colisiones, etcétera, etcétera. Todo eso tuvo que ser inventado/resuelto en los años posteriores durante un largo proceso de investigación y desarrollo (previo a la construcción, y en algunos casos ¡durante la construcción!) y como hemos visto y comentado en este espacio, el LHC ya empezó a dar resultados impactantes. Cabe mencionar que ninguna institución mexicana participó en la construcción del LHC. Las colaboraciones mexicanas que participan en el LHC entraron en etapas posteriores contribuyendo por un lado en la construcción de una parte del detector (no del colisionador) de ALICE, uno de los laboratorios creados sobre el LHC, y por otro lado principalmente en el análisis de los datos recabados (en lo que siguen participando).
Recuerdo también que durante el taller que organizamos nos visitó Clemens Heusch de la Universidad de California (Santa Cruz). Clemens – quien por cierto se la pasó coqueteando con mi novia (ahora esposa) durante todas las actividades sociales del evento – vino a presentar las ideas preliminares del grupo de científicos que ya estaban trabajando en el diseño y planeación del experimento “posterior” al LHC y al que llamaron el Colisionador Lineal Internacional (ILC por sus siglas en inglés). Ese futuro colisionador, si algún día llegara a concretarse, tendría el propósito de estudiar a detalle y de manera muy precisa las propiedades más finas de las partículas que descubriera el LHC. Recuerden que el LHC todavía no estaba terminado y este cuate ya venía a platicar de un posible colisionador que funcionara después del LHC (él tenía alrededor de 60 años en ese momento, ¡sabía que probablemente él no lo vería!). No solo vino a presentar la idea y avances que ya tenían, sino también a invitar a que si alguna institución o grupo experimental mexicano estuviera interesado en participar, pos que le entrara.
Recuerdo muy bien que con la ingenuidad del momento (acababa de regresar al país) pensé que un montón de grupos brincarían a la posibilidad de involucrarse en una empresa de esa magnitud, sobre todo ante la oportunidad de involucrarse desde las fases iniciales. Pronto me di cuenta de que la realidad era distinta. Nadie mostró el mínimo interés: no era en lo que estaban trabajando, nadie sabía si efectivamente algún día se concretaría, en caso de que funcionara representaría tener resultados a largo plazo, entrarle significaría obtener recursos para investigación y desarrollo por parte de las agencias públicas que normalmente no contemplan proyectos de gran envergadura ni de largo plazo, y un largo etcétera. Y claro, no faltaron tampoco comentarios ¿típicos? como (con una sonrisita irónica en la expresión) “todavía ni acaban el LHC y éstos ya están pensando en otro”, “seguro y ni conseguirán el dinero”, “no puede uno arriesgarse, falta mucho para ver si algo así puede ser concebido” y otro largo etcétera.
Recuerdo todo esto, o más bien recordé todo esto recientemente, porque ahora que se descubrió el Higgs en el LHC ya se está decidiendo dónde se construirá el ILC. Hace unos días salió el primer reporte técnico que contiene muchas de las especificaciones y resultados obtenidos durante los estudios de investigación y desarrollo para el ILC, realizados precisamente en los últimos 10 años. Hay alrededor de 150 instituciones participantes y todo parece indicar que se construirá en Japón, en donde por cierto hay dos lugares que están compitiendo por ser la sede. Cuando escribo estas líneas me encuentro precisamente en un congreso en Japón y es verdaderamente interesante ver los principales periódicos del país con las primeras planas llenas de reportajes y comentarios sobre el ILC. No puedo evitar la imagen en mi mente de que algún día pudiera ver algo similar en mi país y desgraciadamente tampoco puedo evitar sentirme ingenuo. Veremos qué pasa.
Reblogueó esto en ConCiencia en Colima.