Ciencia y empleo

enero 14, 2018

 

Es conocimiento popular (¿?) que el desarrollo científico y tecnológico de una sociedad es la base de su crecimiento económico y social. Como evidencia clara de ello basta con mirar a los países desarrollados, ya sea los que tradicionalmente han estado desarrollados en los últimos dos siglos o aquellos que han despegado en los últimos 20 años. Evidentemente que el desarrollo científico lleva implícito un sistema educativo robusto e integral.

En fin, si lo que acabo de escribir arriba tiene algo de verdad, una consecuencia inmediata debería ser que si un país en desarrollo invirtiese en ciencia y tecnología (por ende en educación en todos los sentidos), lograría desarrollarse. ¿Por qué no lo hacen?

Para no hablar de cosas demasiado generales, concentrémonos en una problemática muy puntual e importante: el empleo. ¿Puede el desarrollo científico y la inversión en ese rubro resolver el problema del empleo? ¿Cómo podemos generar más y mejores empleos a través de la ciencia y la tecnología?

Personas que se tienen que hacer estas preguntas, muchas veces tomadores de decisiones, necesitan respuestas directas y tangibles. Dependiendo de la necesidad o problemática a la que se enfrenten, casi siempre con una dosis política muy complicada, tienen que tomar decisiones rápidas y visiblemente “amables”. Si se puede rimbombantes, ¡mejor!

Ya que tenemos poco espacio, permítanme hacer el siguiente nano-análisis con la intención de mostrar dónde andamos y qué debemos hacer. Imaginen una línea recta (horizontal). En el extremo izquierdo se encuentran las “soluciones” apresuradas, de emergencia. Las que se toman porque “no queda de otra”. En el extremo derecho se encuentran las soluciones “ideales”, difíciles de implementar debido al tiempo que se requiere para que rindan frutos y las cantidades importantes de dinero que hay que invertir.

Soluciones que tienden al extremo izquierdo son las que abundan en países como el nuestro. Están basadas, casi siempre, en la idea (errónea) de que las empresas siguen a las empresas. Si ponemos empresas de cierto giro, otras vendrán. Suena lógico, sin embargo lo que termina sucediendo es que se tiene que recurrir a la «maquila». Para que las empresas se instalen, sin una infraestructura humana de alto nivel, estas deben ser empresas que solo armen y acomoden. Requieren mano de obra barata. La mano de obra barata no es una fortaleza, no es lo que deberíamos estar utilizando como “atractivo” en nuestras negociaciones. Es más bien un indicador de que hemos fracasado en nuestro intento de desarrollo.

Soluciones que tienden al extremo derecho están basadas en la idea (correcta) de que las empresas buscan y se van a lugares en donde exista infraestructura humana de mucha calidad. Eso es lo que les atrae.

¿Entonces? ¿Qué hacemos? ¿Cuál es la mejor estrategia? Si buscamos el desarrollo económico y si tenemos un genuino interés en el desarrollo sostenible e integral de la sociedad, debemos desarrollar programas que caigan en varios puntos de la línea. Dada nuestra situación actual y la competencia internacional, sería imprudente dejar de tajo el lado izquierdo, sin embargo, hemos descuidado mucho el derecho. Tenemos que diseñar planes y programas que permitan diversificar y empezar a pensar en el mediano y largo plazo. Así como no podemos dejar de tajo el lado izquierdo (pero si irlo dejando poco a poco), es suicida no empezar a hacer algo con el lado derecho. En el caso concreto de Colima, dadas sus condiciones socioeconómicas y geográficas, con un proyecto pequeño, basado en lo que ya tiene de un alto nivel internacional en términos científicos, sostenido, bien dirigido, sin seguir modas (y protegido), se podría lograr que en un par de décadas el estado se convirtiera en un polo intelectual a nivel nacional.

Agradezco tus comentarios…..